Los Arboles
De los árboles todo sabemos
menos ¿Qué son los árboles?
Parecieran incapaces de moverse
fijados en la tierra.
Viajan sin retorno por el paisaje de la vida.
Junto a nosotros en alianzas amorosas
(O en incomprensibles odios torvos).
Presentes ellos allí en su locuaz silencio.
A la vera de la existencia siempre,
en medio de una realidad sin respuestas
(Lubio Cardozo, poeta venezolano)
Por Lenin Cardozo
Para las culturas antiguas, el árbol era parte de la esencia de sus vidas por ser su primer cobijo, proveedor de frescas sombras y refugio de aves. También mostraban admiración, respeto y veneración ante su fortaleza de erguirse hacia los cielos, plantarse con firmeza en la tierra y adaptarse a los ciclos de los tiempos. Ellos significaban la conexión entre la tierra y el cielo. Era el simbolismo de la verticalidad, de la vida en completa evolución. Sentían que cada hombre o mujer lleva en su interior un árbol que los impulsaba a crecer de la mejor manera. Oír a los árboles les permitía entender su destino y predecir el futuro. Los árboles eran, a su vez, los protectores de todo lo material y espiritual.
Son los organismos de mayor tamaño y mayor tiempo de vida en la tierra. Su altura aun no la puede explicar la ingeniería, y su capacidad como procesadores químicos sigue siendo indescifrable. Toman agua y sales de la tierra y lo llevan a sus hojas, hasta más de 100 metros. Por medio de la fotosíntesis de las hojas que combinan el agua y sales con el dióxido de carbono del aire, logran producir los nutrientes para alimentarse.
Verdaderos filtros naturales para eliminar el dióxido de carbono y contaminantes que existe en el aire.
En el presente, los árboles ocupan el 6 por ciento de la superficie de la tierra y aun así permiten la vida de más de la mitad de las especies biológicas en el planeta. Cuando se tala un árbol, se va una vida y un protector de muchas especies. Su existencia es tan importante, que falta inteligencia para entender tanta indiferencia y crueldad de los humanos para con ellos.
¿Qué nos pasó? Que perdimos la capacidad de admirar y venerar a estos seres tan extraordinarios. A tal punto que en nuestra cotidianidad, un árbol no significa nada. No hay tiempo para observarlos, para disfrutar de su belleza. Simplemente, no hay nada para ellos. Ni minutos ni segundos para contemplarlos o para protegerlos. En nuestra cultura se borró la noción de su existencia y con ello nuestro principal arraigo con la naturaleza.