Ayer a medio día se presentó el programa de Ambulantito, el cual se añadió a esta muestra desde hace tres años, y en esta edición está compuesto por 8 cortometrajes internacionales dirigidos al público infantil.
Inició con “Migrópolis”, un corto animado en donde 4 niños narran su experiencia de migración a la ciudad de Barcelona, niños menores de 10 años a los que enfrentarse a otras costumbres y formas de expresión les parece un tanto incomprensible, pero inevitable, porque son ellos los que deben adaptarse al país, y no él a ellos. Lo único que queda, es inventarse mundos propios, como solo los niños pueden imaginar.
Después siguió “Botella”, otra animación en donde dos personajes de arena y nieve, respectivamente, se comunican a través de una botella en el mar, en donde van regalándose cosas de su entorno, apropiándose uno del mundo de otro, hasta que la propia comunicación los funde en el mismo lugar que los unió.
El tercer corto fue “La película de animales”, una animación muda realizada a través de dibujos en acuarela, en donde un niño hace un viaje por los movimientos de los animales que va encontrando, un mono, un caballo y una serpiente, los imita pero no logra igualarlos, sin embargo no se da por vencido y termina haciendo un viaje mayor, el que su imaginación le ofrece.
El siguiente corto fue “Cuatro Ojos”, la historia conmovedora de Arnaud, un niño que se enfrenta a tener que usar unos lentes más grandes que su cara desde muy corta edad. Una lucha entre el mundo que la miopía y la imaginación le regalaban y la realidad a la que sus padres lo enfrentaban ante los peligros por su falta de vista. Pero, a pesar de esto, Arnaud siempre supo que detrás de todas las cosas tal como son, sí existían esos mundos fantásticos con los que construía el propio.
A estas alturas el programa llevaba más de media hora, sin embargo, los niños lucían atentos, preguntones, risueños, preguntando si aún había más.
El siguiente cortometraje animado “En calle”, de tan solo un minuto de duración, más que para niños, resultaba interesante para los adultos, una brevísima narración de Aldair, un niño que vive afuera de una estación de metro de la Ciudad de México, en donde sus breves palabras de cómo vive, duerme y la familia en la que se han convertido los demás niños que viven en la calle, resultan conmovedoras. Bastaron con 60 segundos para dejar una reflexión y un extraño sentimiento.
Siguió “Hermanito”, un corto documental en donde se narra la historia de dos hermanos, el menor de ellos, discapacitado y con silla de ruedas, y el mayor con discapacidad auditiva, lo cual no resulta una imposibilidad para que se le adjudique el cuidado del primero. Imágenes nostálgicas de una vida que ninguno de los dos podrá tener.
El penúltimo corto se trató de “Me dicen Breakstein”, la historia de un joven apasionado por el breakdance, respira y vive este baile como su forma de expresión a pesar de su entorno, no imagina vivir sin hacerlo un solo día.
Por último, se presentó el corto más largo del programa, “Anne Voladora”, una historia inevitablemente reflexiva, en la cual se muestra la historia de Anne, una inquieta niña con síndrome de Tourette, la cual a pesar de llevar una vida normal, no puede evitar el miedo de enfrentar su problema frente a los demás, el miedo al rechazo por saber que es diferente. Anne vive esas diferencias como parte de si, se acepta y sabe que lo que le pasa es parte de su propia esencia, una niña de gran personalidad y carisma, que nos muestra la importancia de aceptar las diferencias entre nosotros.
Una hora que se pasó volando, casi literalmente, en la que se rompió la seriedad del cine, no hubo silencio, pero sí muchos aplausos y risas. Una función que se disfruta aún cuando ya no seas niño, una de esas cosas que uno haría sin duda cada domingo, ver cine para niños.