Como ya es tradición en el FICM, se presentó la película ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes. Anora (2024) es el octavo largometraje que escribe y dirige el cineasta estadounidense Sean Baker y ha sido hasta el momento, uno de los estrenos más comentados en la vigésimo segunda edición del festival moreliano.
Sean Baker sitúa su nueva película en el norte de Nueva York, en donde Anora (Ani para los amigos), es una trabajadora sexual que se enreda con el joven hijo de un millonario ruso después de una alocada noche en el club donde trabaja. Anora es joven, pero tiene la suficiente experiencia como para darse cuenta de que este tipo de relaciones no tienen futuro, ¿o sí?
La protagonista es interpretada por Mikey Madison (conocida principalmente por su papel en Érase una vez en Hollywood). Baker quedó cautivado por su personaje y que la joven actriz debería participar en su más reciente película. Anora es una mujer franca y directa, que decide aprovechar las oportunidades cuando se presentan, como cuando se casa en Las Vegas con un joven inmaduro y millonario, pero también sabe reconocer cuando todo está perdido.
También lee:
Más del FICM: Hombres íntegros
El cineasta estadounidense ha conseguido sus mayores éxitos al retratar a personajes marginales, sobre todo, aquellos que se ganan la vida en la industria del sexo. Así ocurre con la joven protagonista de Starlet (2012), la transexual que recorre las calles en busca de su novio al enterarse que la engaña en Tangerine (2015). También con la divertidísima Red Rocket (2021), en donde un actor porno venido a menos, regresa a su tierra natal, para darse cuenta de que nadie lo necesita.
Baker defiende la idea de que las grandes historias también pueden ser protagonizadas por este tipo de personajes en un país en donde se festeja el éxito económico y se excluye a quienes no desempeñan una actividad socialmente aceptable. En todo caso sus películas ofrecen una mirada distinta y humana de las personas que trabajan en las distintas variantes de la industria del sexo.
Pero este no es un filme hiperrealista y denso. En cambio, el cineasta elige un tono humorístico para contar la aventura de esta bailarina que debe enfrentarse a los secuaces de una familia multimillonaria. A causa de su trabajo, es difícil que Anora logre abrirse y expresar sus sentimientos.
La joven encuentra en el escandaloso matrimonio una posibilidad de salir de ese mundo. Sabe que no hay amor, pero decide darse una oportunidad. En la vida real las historias al estilo Cenicienta no suelen terminar bien, pero en este caso, el desenlace catártico e incierto abre nuevas posibilidades.