Sin duda que el crooner más famoso ha sido Frank Sinatra, pero a pesar de haber tenido una voz privilegiada, por alguna extraña razón siempre me ha gustado más Tony Bennett.
Por Jorge A Amaral
Sí, el mismo que en años recientes grabara extraordinarios duetos con cantantes de pop como Lady Gaga, Christina Aguilera o Amy Winehouse. Precisamente, cuando alguien me presumía el “gran hallazgo” que había hecho en este crooner italoamericano a través de las estrellas pop de moda, llegando a casa fui a uno de mis libreros y desempolvé el disco que les recomiendo esta semana: Bennet & Basie swing.
Editado en 2002, este disco recoge algunas de las mejores colaboraciones (que fueron muchas) entre Tony Bennett y el jazzista Count Basie, especialmente las contenidas en los discos Basie swings, Bennett sings (1958) y Bennett and Basie strike up the band (1961). El resultado de estos trabajos hechos por ambos es la exquisita voz de Bennett con la extraordinaria orquesta de Basie, ese sonido de big band donde gran parte del jazz se incubó.
El disco inicia con “Jeepers Creepers”, un clásico rodeado de un aura tenebrosa pero con una cadencia tal que la hace maravillosa, preámbulo perfecto para la instrumental “Brodway”, con todo ese sabor de las big bands de mediados del siglo pasado y un solo de trompeta tan dulce, que resulta una caricia al oído, perfecta para darse una vueltecita por “Chicago” antes de llegar a esa suerte de bebop que es el cuarto track, “Jump at the woodsise”, que al igual que “Broadway” y así sucesivamente en el disco, es instrumental, con lo cual, si no lo hemos escuchado, podemos darnos una idea de la gran calidad de Count Basie como músico y director. Por cierto que en “Jump at the woodsise” el saxofón no tiene abuela.
Volviendo a la diabetes auditiva, “I’ve be grown accostumed to her face”, el nombre lo dice todo, sólo me resta decir que es una balada simple y sencillamente hermosa, de las glorias de este disco.
De destacarse también podemos mencionar “Special”, un jazz bastante rico en el que el contrabajo marca la pauta de lo que los metales habrán de hacer, y el resultado es una pieza magnífica que de inmediato, al escuchar ese piano y ese sax, me transporta al maravilloso y casi mítico Take five de Dave Brubeck. Para estas alturas ya se me antoja el acostumbrado escocés, me lo sirvo mientras suena la vertiginosa “Swingin’ the blues”, una delicia de bebop que lo puede poner a usted a bailar (sí, el jazz, antes de ser acaparado por gente mamila y súper cultísima, también se bailaba).
Un rag bastante rico es “Dickie’s dream”, muy a tono para esta hora de la noche en que la gente decente ya está dormida y yo sólo quiero subir el volumen para molestar al vecino al ritmo de ese piano que puede ser hipnótico.
Después de ese slam emocional es agradable escuchar “Poor little rich girl”, en la que la voz de Tony Bennett, como buen crooner, nos va llevando de la mano de una estrofa a otra, de una nota a otra, para llegar a un cierre tan magnífico como el de “New York, New York”, el clásico de Frank Sinatra.
Así, alternando entre instrumentales e interpretadas por Tony Bennett, llegamos al último track, “Anything goes”, en la que Benedetto nos deja una muestra de su gran calidad vocal, y es que es de los cantantes que no necesitan grandes arrebatos y payasadas, pues ya su voz en sí es sensibilidad pura que se expresa en cada nota. Por eso es que no deja de gustarme “My way”, con Sinatra, ni cualquiera de las contenidas en este disco de Tony Bennett, ideal para estas noches invernales acompañado de su prenda amada o un buen embriagante. Salud, que el maratón apenas empieza.