Un misterio en el pasado de una familia que regresa para trastornar su presente es el punto de partida del thriller dramático Búmeran (Boomerang, 2015), el tercer largometraje que escribe y dirige el cineasta François Favrat, ausente desde hace ocho años cuando presentó el policial La Sainte Victoire (2009). El nuevo trabajo de Favrat debutó con mediano éxito en su país de origen desde septiembre del año pasado y pudo verse previamente en el Tour de Cine Francés.
Muchos se preguntaban si la novela histórica La llave de Sarah (llevada al cine por Gilles Paquet-Brenner en 2010), sería un éxito transitorio de la escritora francesa Tatiana de Rosnay, pero poco tiempo después repitió en las listas de más vendidos con Boomerang (publicada por primera vez en 2009 y editada en español por SUMA). Dicha obra sirvió de base para que el propio Favrat coescribiera el guion de su más reciente película.
Búmeran comienza cuando los hermanos Antoine y Agathe sufren un aparatoso accidente automovilístico. Antoine está obsesionado con la muerte de su madre ocurrida treinta años atrás, mientras que Agathe está dispuesta a seguir adelante con su vida. Una serie de situaciones ponen en entredicho la versión que recibieron de los hechos y una visita a la antigua casa familiar reaviva los recuerdos de los sospechosos acontecimientos previos a la tragedia. Muy pronto queda claro que una verdad muy distinta se oculta detrás del impenetrable mutismo familiar.
El cineasta francés apuesta por una narrativa lineal a pesar de que abre con un inusual retroceso en el tiempo, fuera de ahí, solo algunos obligados flashbacks alteran el curso natural del relato. Por su parte, la fotografía es limpia y elegante, amigable para el espectador. El título de la obra hace referencia al arma que tras ser arrojada puede regresar de nuevo a su lanzador. En ese sentido, el pasado aquí es el que regresa con fuerza para alterar la vida de una familia que se había empeñado en olvidarlo.
La película pasa pronto de un drama familiar a un ágil thriller, en donde brillan las situaciones de la vida diaria y las subtramas que forman parte importante del conjunto. Las charlas mientras se espera por una mesa en el restaurante, las complicaciones laborales derivadas de la agobiante obsesión, se combinan de buena manera con las inclinaciones sentimentales de la hija adolescente y la incomodidad de un reciente divorcio. Favrat arma, con algunos contratiempos, un entramado en donde avanzan de manera paralela la vorágine sentimental de su protagonista y el misterio que emociona a pesar de las trampas del guion.
Toda una revelación resulta el actor Laurent Lafitte, quien a pesar de su vasta experiencia había tenido pocos papeles de importancia en el cine (también es miembro de la famosa Comédie Française), su registro que destila franqueza y determinación es suficiente para llevar el peso de la película. Caso contrario el de Mélanie Laurent, que en esta ocasión queda un tanto por debajo de lo acostumbrado, pero es imposible negar que su presencia es un aliciente para la taquilla.
Búmeran es un drama que dista de ser perfecto, pero fluye con una naturalidad que ya quisieran muchos productos de Hollywood, es verdad que le falta cierta profundidad, pero es una cinta que cumple, capaz de mantener la atención del espectador hasta llegar a su inesperado desenlace.