Estuvo nominado en seis categorías, entre ellas mejor actriz (para Cate Blanchett), mejor actriz de reparto (Rooney Mara), así como mejor guión adaptado, pero al final, Carol (2015), sexto largometraje de ficción del estadounidense Todd Haynes, no pudo llevarse ninguna estatuilla dorada.
No ocurrió lo mismo en el Festival de Cannes, en donde fue recibida con elogios: Rooney Mara se alzó con el premio a mejor actriz y el cineasta californiano fue reconocido con la Queer Palm, galardón que se entrega a las películas que tratan de manera relevante temáticas relacionadas con la diversidad sexual. Desde entonces, la buena recepción de la prensa se ha traducido en un discreto éxito de taquilla en los países de habla inglesa, a pesar del reducido número de salas donde se ha exhibido desde su estreno a finales de noviembre del año pasado.
La cinta es una adaptación de una novela de la escritora estadounidense Patricia Highsmith, que fue publicada inicialmente en 1952 (utilizando un seudónimo y con el extraño título de El precio de la sal), convirtiéndose casi de inmediato en un sonoro éxito de ventas. Casi treinta años después, la obra fue reeditada con su título original (Carol), así como con el nombre real de su autora en la tapa, pocos años después la obra estuvo disponible en español, editada por Anagrama.
Ambientada en Nueva York a principios de la década de los cincuenta, el filme relata la historia de amor entre Therese, una joven aspirante a fotógrafa, empleada de una tienda departamental y Carol, la acaudalada dama madura que está finiquitando con muchas dificultades su trámite de divorcio. Es obvio que la relación entre las dos mujeres desafiaba las convenciones de la rígida sociedad de la época.
Es imposible no encontrar ciertas similitudes entre la obra más reciente de Haynes y uno de sus anteriores trabajos, Lejos del cielo (Far from heaven, 2002). Ambas están ubicadas en los años cincuenta en los Estados Unidos, presentan personajes que reprimen sus inclinaciones sexuales y que están insatisfechos con sus relaciones de pareja. Sin embargo, desde el inicio hay una diferencia importante en el enfoque, mientras que su filme del 2002 explora el melodrama destructivo, tocando además temas como el machismo y la discriminación, Carol presenta un discurso más optimista, con tintes de libertad y auto aceptación.
Entre las virtudes de la película, además de una historia sólida, sin sobresaltos gratuitos, podemos mencionar un gran trabajo de fotografía y un notable diseño de producción. A esto hay que agregar la sensible interpretación de sus personajes femeninos, aunque en este sentido no estuvo exenta de polémica: Rooney Mara fue nominada como actriz de reparto en los Oscar, a pesar de que aparece más tiempo en la pantalla que Blanchett, quien estaba entre las que buscaban el premio a mejor actriz en rol protagónico.
Carol es un drama sutil pero convencional, es elegante y bellamente retratado pero carece de tensión (algo muy notorio en las escenas de corte sexual), con personajes masculinos apenas bosquejados. No obstante, la cinta funciona como un atinado retrato de la época. Haynes presenta con sensibilidad y respeto una historia de amor entre dos mujeres que buscan abrirse paso en una sociedad abiertamente represora pero con un claro atisbo de esperanza.