Tercer filme de Neill Blomkamp
Por Armando Casimiro Guzmán
Chappie (2015), tercer largometraje del antes prometedor Neill Blomkamp, justifica casi cada una de las feroces críticas que ha recibido desde su estreno hace apenas unos días. Pero a pesar de los pesares, el filme del sudafricano no ha resultado un estrepitoso fracaso comercial, ni en México (donde se estrenó como counter programming), ni en los Estados Unidos, donde ha ganado momentáneamente la atención de los fanáticos del género.
Sin embargo, las películas de ciencia ficción suelen tener caídas abruptas conforme avanza su estancia en cartelera, a lo anterior debemos añadir el factor de las recomendaciones (o en este caso anti recomendaciones), de quienes ya la vieron y que tendrán un impacto significativo en sus ingresos.
Sudáfrica en un futuro cercano. Los índices de criminalidad son tan altos que el gobierno de la capital Johannesburgo decide contratar los servicios de una empresa que dota a la ciudad de oficiales robóticos que en poco tiempo logran recuperar parcialmente de la seguridad de la sobrepoblada metrópoli. Una particularmente extraña combinación de circunstancias permite el descubrimiento de la primera inteligencia artificial, la adopción de un robot por parte de una pandilla de marginales y el enfrentamiento de un par de científicos que pugnan por la supremacía de sus invenciones. De eso y poco más, va el caótico guión coescrito por el propio Blomkamp.
El sudafricano, quien se ha ganado la animadversión de muchos de sus compatriotas, no se avergüenza en dar su punto de vista sobre la situación que vive su país: “La ciudad (Johannesburgo), es sucia y tiene mucha contaminación… creo que no deberían llamarme para hacer un video turístico. Mi promocional sería una serie de robos y secuestros…”, afirma con desparpajo el joven cineasta, haciendo referencia a los sitios donde se desarrolla la mayor parte de la acción.
Aunque en su conjunto el filme resulte fallido, hay al menos un par de aspectos que se deben rescatar. Por una parte el interés genuino por el género y la obsesión que mantiene el director por los personajes marginales (el propio robot protagonista es un androide a punto de ser desechado). Por otra parte, la arriesgada decisión de incluir a Ninja y Yo-Landi, integrantes de la inclasificable banda sudafricana Die Antwoord como parte fundamental del reparto.
De hecho la película gira en torno a ellos, Blomkamp, gran admirador de su trabajo y de su imagen, los invitó a hacer una película juntos, solo después de que aceptaron comenzó a escribir el guion de lo que sería Chappie. De hecho, en la cinta hay incontables referencias al grupo y por supuesto, buena parte de los temas que se incluyen son obra de ellos.
Neill Blomkamp, quien después de presentarse en sociedad con la muy interesante Distrito 9 (District 9, 2009), dio un paso atrás con el tibio enfrentamiento de la lucha de clases en Elysium (2013), ahora con Chappie, un filme enredoso y plagado de sinsentidos, su carrera parece ir en franco declive. Su próximo proyecto, una de las tantas secuelas de Alien, puede resultar su redención o su hundimiento casi total. Mientras eso sucede, podemos ver a este ingenuo robot en la cartelera en un filme que resulta apto solo para los amantes incondicionales de la ciencia ficción.