El crimen contra Luis Donaldo Colosio, perpetrado un 23 de marzo de 1994 en la polvosa Lomas Taurinas de Tijuana, es sin duda uno de los acontecimientos que más han marcado a los mexicanos. A partir de ese hecho, el colectivo nacional quedó tan confundido como los seleccionados aztecas dirigidos por Juan Carlos Osorio. ¿Si Colosio era el elegido por el malvado Salinas de Gortari para darle continuidad a la política neoliberal, por qué luego lo mandó matar? Esperen, ¿Carlos Salinas de Gortari mandó matar a su propio candidato? ¿Qué sentido tendría? ¿Y si no fue Salinas, quién atentó contra el país, que de por sí ya ardía con la insurrección del Ejército Zapatista?
Esas y otras confusiones son planteadas en Historia de un crimen: Colosio, la nueva serie de Netflix que llegó justo en los días en que se cumplieron 25 años de aquel ataque narrado por el aún empoderado Jacobo Zabludovsky (un demasiado joven Alfonso Borbolla Cavazos). Dirigida por Natalia Beristáin (Los Adioses) y Hiromi Kamata (Diablo Guardián) la miniserie de ocho capítulos adquiere un tono femenino al centrarse en la lucha que emprende Diana Laura Riojas, la viuda del candidato que jamás pensó ver morir a su esposo, ya que ella misma estaba condenada por el cáncer.
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Poco a poco surgirán los nombres clave de esta conspiración: el presidente Salinas, quien en una caminata le dice a Colosio (Jorge A. Jiménez) que él será el elegido para sucederlo. Vemos también casi en la penumbra a Manuel Camacho Solís, enemigo interno de Luis Donaldo y quien tenía mayores reflectores al ser designado como comisionado para lograr la paz en Chiapas. Y claro, a la protagonista Diana Laura, interpretada por Ilse Salas.
En el lado de la frontera, ahí donde ocurrió el asesinato, la narrativa es sustentada por dos policías locales que buscan dar con la verdad: las actuaciones son de Alberto Guerra y un desperdiciado Gustavo Sánchez Parra. De paso, nos reiremos al ver cómo el Nico de Soy tu fan (Martín Altomaro) ahora es un señor grande, canoso y muy corrupto: nada menos que el hermano incómodo Raúl Salinas de Gortari.
La producción de Netflix se fue por el camino más fácil: hacer de Luis Donaldo Colosio un buen hombre y de su atmósfera priista un nido de ratas (valga la redundancia) que conspiraron para eliminarlo, pues su discurso no gustó a los altos mandos encabezados por el presidente. Y quizá éste es el punto que algunos más le reclaman a la miniserie: por qué decantarse por la historia de buenos contra malos en vez de hacer un mejor tratamiento sobre las contradicciones de estos personajes.
La “siembra” de varios Aburtos, los crímenes contra muchas personas relacionadas directa o indirectamente con el caso, así como la participación de un oscuro jefe de la Presidencia (José Córdoba Montoya) han sido por años las principales teorías de la conspiración entre los que discuten el magnicidio. De eso y otros detalles, como dos supuestas balas de diferente calibre disparadas por un asesino solitario, se han escrito decenas de libros, centenares de artículos y es también la tesis de Colosio, el asesinato (Carlos Bolado, 2012).
Crítica: Las Niñas Bien
La serie, me atrevo a decir, es más de lo mismo, no aporta un nuevo ángulo, es casi como la película de Bolado pero contada en ocho capítulos de media hora y afortunadamente sin la presencia de Kate del Castillo. Tiene un buen ritmo, eso sí, y sirve como una guía facilona para nuevas generaciones que no estén empapadas de este año trágico, donde “los demonios andaban sueltos”.
A su favor, hallamos a una Ilse Salas bien dirigida, dando “vida” a una mujer que va contrarreloj, sabiendo día con día que los que impulsaron la candidatura de su esposo no hacen nada por resolver el crimen. Y como ya apuntaba, la parte meramente policiaca es bien llevada por la pareja de Alberto Guerra y Gustavo Sánchez Parra, quien es tan buen actor que merecía más que un papel secundario.
Si nunca se interesaron a fondo por conocer los detalles de este madrazo en la historia del país, la serie de Netflix les dará una rápida empapada de cómo se armó la conspiración y demostrará por qué (casi) nadie se creyó la conclusión del asesino solitario. Pero si buscaban un ángulo diferente, una exploración a fondo o una narrativa sorpresiva, olvídenlo, les va a parecer un culebrón, con todo y la canción de La Culebra.