Por Francisco Valenzuela
En 1994 la efervescencia política en México se vivía de manera totalmente distinta a como sucede hoy. No había redes sociales, el Internet estaba naciendo y la opinión pública no tenía voz, al menos no como hoy la percibimos, con esa gran arma que es la comunicación a través de la red. Para entonces, el PRI era el partido todopoderoso, y aunque seis años atrás fue sacudido gracias a la campaña de su disidente Cuauhtémoc Cárdenas, bajo el mandato de Carlos Salinas de Gortari volvió a fortalecerse, al punto que ese presidente gozaba de una popularidad sin precedentes.
Pero 1994 vino a cambiarlo todo desde su minuto inaugural; primero con la irrupción del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional y luego con el asesinato del candidato oficial a la Presidencia: Luis Donaldo Colosio, político que poco a poco subía el tono de su discurso, como si se tratara de alguien que quisiera cambiar a un país promovido como recién ingresado al primer mundo.
El México priista comenzó a sospechar de su gobierno; la idea de la conspiración surgió ante la versión de un asesino solitario de nombre Mario Aburto, quien parecía uno al ser capturado y otro al aparecer en prisión.
Este oscuro capítulo será visto en la pantalla grande en pocas semanas, cuando se estrene la película Colosio, el asesinato, bajo la dirección de Carlos Bolado (Bajo California, el límite del tiempo) con las actuaciones de José María Yazpik, Daniel Giménez Cacho, Odiseo Bichir, Harold Torres, Dagoberto Gama, Luis Ernesto Franco y Tenoch Huerta.
Por lo que se puede apreciar en el tráiler, esta cinta de ficción reforzará la teoría de la conspiración, y además tendrá en uno de sus papeles centrales a “El doctor”, interpretado por Daniel Giménez Cacho. ¿A quién se refieren? Nada menos que a José Córdoba Montoya, uno de los personajes más polémicos del sexenio salinista, casi una leyenda urbana.
Que yo recuerde, de él sólo se escribía en La Jornada; algunos columnistas lo nombraban Joseph Marie Córdoba por su origen francés, y era, decían, quien realmente tomaba las decisiones importantes para el país. Oficialmente trabajaba como asesor de Carlos Salinas, pero al parecer él y algunos otros notables anónimos gobernaban México.
El poder tras el poder, quizá la figura más deseada por los ambiciosos; ese lugar privilegiado donde no hay el desgaste del político tradicional, nada de enfrentar a los medios ni convencer a la población. Esas, dicen, son otras ligas, los hilos que modifican el camino.
¿Cómo le habría ido a México con Colosio de presidente? La opinión generalizada piensa que mejor, que hubiese sacado a los corruptos y ayudado a los más pobres, pero eso no lo sabremos porque el maldito hubiera jamás ha existido.
Al margen de esperar su estreno para el respectivo juicio, la realización de Colosio, el asesinato, ya es una buena noticia, pues refrescará la memoria de la generación que atestiguó este derrumbe del sistema, y también documentará al ejército de nuevos votantes, muchos de los cuales se quedan con cara de WTF cuando les hablan de PRI, del viejo y pinche PRI.