Ricochet (2020) es otra de las óperas primas que se presentan en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). Su director, Rodrigo Fiallega, tiene una formación variopinta, inicialmente filósofo, siguió la carrera de comunicación visual, que lo llevó a trabajar en el mundo de la publicidad. Actualmente es muy conocido por su trabajo en el campo de los efectos visuales para producciones internacionales.
Curiosamente, en el largometraje debut de Fiallega se dejaron prácticamente de lado los efectos visuales. En cambio, esta es una película más de atmósferas y sensaciones, de personajes que se desenvuelven en un medio rural. El protagonista es Martijn, un extranjero cincuentón que ha llegado para quedarse a un pequeño pueblo de México. Ahí formó una familia y es apreciado por todos los habitantes de la comunidad, quienes lo llaman simplemente “Martín”.
Este aprecio se demuestra con el saludo amistoso de la gente del lugar, que siempre pregunta por su salud y la de su familia. Pero se intuye desde los primeros momentos que ha sucedido un hecho trágico en la vida de Martijn. Una situación tan fuerte que lo ha orillado a separarse de su esposa y su hija, así como a desprenderse de su negocio para dedicarse a trabajos menores de plomería y jardinería.
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Desde los primeros segundos, Fiallega nos deja en claro que su personaje principal no goza de buena salud. La película abre (después de mostrarnos una cita del escritor francés André Gide), con una escena donde Martijn yace en el campo después de haber sufrido un desmayo. Conforme avanza el metraje nos vamos enterando de que no le queda mucho tiempo de vida, un hecho que tal vez incide directamente en el violento desenlace de la historia.
Los personajes principales son interpretados por actores consolidados: Iazua Larios y Andrés Almeida, así como el neerlandés Martijn Kuiper quien tiene una amplia trayectoria en series de televisión. El resto del elenco está conformado casi exclusivamente por gente del lugar, por lo que el contraste es muy notorio cuando se establecen diálogos. A lo anterior habría que añadir la naturaleza de éstos, profundas reflexiones que son expresadas en términos que parecen muy poco acordes al entorno.
En todo caso, lo que importa aquí es el desarrollo del personaje. El extranjero que parece haberse adaptado a todo, menos a la música (es fanático de Wagner), y a la injusticia del país. Somos testigos de su desgaste emocional, el cual se refleja en sus relaciones con los demás. Al final se revela la causa de su desazón, la muerte del primogénito en una situación que no queda clara. La historia se desarrolla en el aniversario de su fallecimiento, los sabemos porque coincide con las fiestas del pueblo.
Después de haber trabajado tanto en su personaje, Fiallega opta por un desenlace intempestivo. La arremetida final es de una violencia flagrante pero solamente descriptiva, porque la película no juzga a su personaje, solo nos muestra sus acciones. Podemos notar el incremento imparable de su amargura, pero no vemos en qué momento toma su trágica resolución. Este final precipitado más que aclarar al personaje, nos plantea más dudas. ¿Cómo es que esta persona equilibrada y rodeada de cariño se convierte en un criminal?