Cuando hace algunos años se presentó Buenas noches, mamá(Ich seh ich seh, 2014), la historia de dos hermanos gemelos que tienen un comportamiento bastante agresivo con su madre quien se recupera lentamente de un accidente, sorprendió tanto por su crudeza como por su destreza narrativa. La cabaña siniestra, obra de los cineastas austriacos, Severin Fiala y Veronika Franz, dio la vuelta al mundo y con el tiempo, el buen recibimiento del filme les ofreció una amplia gama de posibilidades.
Con La cabaña siniestra (The lodge, 2019), el segundo trabajo que firman en conjunto, los realizadores cosechan los frutos de su primera entrega: hablada en inglés, con un presupuesto más que razonable y una distribución más amplia. La película ha pasado por una serie de festivales, entre los que destaca el de Sundance. Su estreno en el vecino del norte está programado para el mes de febrero del año entrante, mientras que en México llegó el pasado fin de semana de la mano de Cine Caníbal.
En el guión coescrito por Fiala y Franz, basado en una idea original de Sergio Casci, inicia cuando una madre separada lleva a sus hijos a la visita semanal con el padre. Aun sin aceptar del todo el rompimiento, recibe la noticia del próximo casamiento de su aún esposo con Grace, una mujer diez años menor. Deprimida por el anuncio, la madre se pega un tiro en la cabeza. Inconsolables, los chicos culpan a la nueva pareja de su padre del suceso y en una visita navideña a la aislada cabaña familiar, deciden aprovechar el tortuoso pasado de la mujer para hacerle la vida imposible.
Existen claros paralelismos entre ésta y su predecesora. Ambas nos presentan el hostigamiento de un par de jovencitos hacia la figura maternal, en el caso más reciente, la madrastra. La historia se desarrolla en un sitio aislado y utilizando solo unos pocos personajes. Pero las semejanzas terminan ahí, el protagonismo inicial de los adolescentes se desvanece en cuanto la figura de Grace, la joven madrastra con todo su bagaje de depresión y sufrimiento, ocupa el primer plano.
¿Qué esconde el pasado de Grace? Una infancia en las entrañas de una secta cristiana, dirigida nada menos que por su padre, así como el infaltable suicidio colectivo al más puro estilo de los Heaven’s gate de Mashall Applewhite, en un vano intento de expiar sus pecados. Grace es la única sobreviviente de dicha tragedia y vive ahora en un precario equilibrio emocional, siempre al borde de la locura.
Ante la forzada ausencia del padre los hijos se desatan. Ante su tramposa ausencia, los directores nos quieren hacer caer en el juego: ¿quién está más demente?. Los chicos que rechazan y maltratan deliberadamente a la arribista, o la mujer que no ha superado del todo la demencia disfrazada de misticismo de su padre.
En ese juego de ambigüedades la película se pierde por momentos en la confusión. Sí, es un caos bellamente retratado, con la figura de Riley Keough y su mirada perdida en el vacío. Con la casita en miniatura anunciando el siguiente movimiento. Pero La cabaña siniestra se apoya demasiado en su narrativa fragmentada para engatusar al espectador. Tiene sus momentos, pero no es suficiente. Es una lástima, la historia tenía potencial.
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