Apenas unos meses después de haber triunfado en el Festival de Cannes (Premio Especial del Jurado en la sección Un Certain Regard), se presenta en la cartelera mexicana Las hijas de Abril (2017), quinto largometraje que escribe y dirige Michel Franco, quien ya puede considerarse uno de los invitados asiduos al certamen francés (tres de sus producciones anteriores se han presentado en Cannes, incluida Chronic, que se llevó el premio al mejor guion). A México llega por conducto de Videocine Distribución, aunque de momento solo a las principales ciudades del país.
La historia se desarrolla principalmente en Puerto Vallarta, ahí viven Clara y Valeria, medias hermanas que tratan de mantener distancia de su madre, la española Abril. Valeria, tiene diecisiete años y está embarazada de su joven novio, pero no quiere avisarle a su progenitora quien vive en la Ciudad de México. No obstante la madre pronto aparece por la casa con la aparente intención de ayudar, pero las dificultades de cuidar de un recién nacido y las tensiones entre los miembros de la familia provocarán que las cosas pronto se salgan de control.
Al igual que sus anteriores producciones, Franco explora temas de claro interés social, como el secuestro, el acoso y en esta ocasión el de la maternidad adolescente, pero su mirada se centra en lo que sucede al interior de una familia en particular y en la manera en que se modifican los lazos filiales al ser sometidos a una fuerte presión exterior. En esta ocasión, el detonante es la propia madre, quien después de un inicio esperanzador termina haciendo una especie de suplantación de su hija.
El papel que tradicionalmente se le asigna a la madre en nuestra sociedad tiende a reflejarse en la mujer fuerte y cariñosa que haría cualquier cosa por sus hijos. En esta película Franco cuestiona el estereotipo de la madre mexicana mostrándonos una que encubre sus carencias emocionales con un barniz de comprensión. La tolerante, alegre e inclusiva del principio revienta ante la situación y descubre su verdadero rostro, cayendo en una espiral de decisiones erróneas y arrastrando con ella todo lo que encuentra a su paso.
La película casi encuentra ese precario equilibrio entre el cine de festivales y el entretenimiento comercial, probablemente sea el trabajo más ameno del cineasta mexicano, aunque para ello debió incluir una serie de vueltas de tuerca cada vez más difíciles de explicar en el contexto de los personajes, pero que no obstante, casi siempre logra salir adelante debido al talentoso aporte de la actriz española Emma Suárez.
Se puede cuestionar la inclusión de algunos tiempos muertos, la abundante publicidad y el escaso desarrollo del personaje de Clara, la hermana mayor, que muy pronto pasa a segundo término a pesar de ser una de las hijas del título. Pero a pesar de que por momentos resulta endeble su estructura, Las hijas de Abril es un drama lo suficientemente vigoroso para captar la atención del espectador más renuente, su enfoque es inusual y su desenlace es mucho más elaborado, detalles suficientes para confirmar a Michel Franco como uno de los directores mexicanos que vale la pena seguir.