El estreno en cartelera de Tras la tormenta (Umi yori momada fukaku, 2016), lo más reciente de Hirokazu Koreeda, coincidió con su presentación en la 62 Muestra Internacional de Cine en su paso por la capital michoacana. Este es el largometraje número once en la prolífica carrera del director y guionista japonés, el cual se presentó con buenas notas en la 69 edición del Festival de Cannes como parte de la sección Un certain regard. En México hace su recorrido por el circuito de arte gracias a la atinada intervención de la distribuidora Mantarraya.
Como es característico en las películas del cineasta nipón, el filme presenta un intimista y elaborado drama familiar. En esta ocasión el relato se centra en Ryota, cuarentón y divorciado que sobrevive gracias a su trabajo como investigador privado y de los préstamos ocasionales que recibe de su mamá. Ryota gasta la mayor parte de sus ingresos en apuestas, por lo que sufre para pagar la pensión alimenticia de su hijo, lo que en nada ayuda en aliviar la tensa relación que tiene con su ex esposa. Pero un inesperado tifón brindará al aspirante a escritor una inmejorable oportunidad para reconciliarse con su pasado y poner en orden su ideas.
La superación de una etapa de oscuridad y estancamiento en la vida de una persona gracias a un evento fortuito, es el tema central del filme, pero también la relación entre el progenitor y su descendencia es un componente fundamental, no al estilo del dilema de asignación paternal que se muestra en De tal padre, tal hijo (Soshite chichi ni naru, 2013), sino en términos de una paternidad emotiva y responsable.
A pesar de ser constante en la temática familiar, Koreeda es capaz de ofrecer variaciones en el tono, en esta ocasión no presenta el drama costumbrista de Nuestra pequeña hermana (Unimachi Diary, 2015), ni el melodrama desgarrador de Nadie sabe (Dare mo shiranai, 2004), sino una especie de comedia dramática acentuada por la banda sonora, además de las situaciones propias de un detective a la caza de infidelidades, quien además es un perdedor que roba a su propia madre (aunque ella lo sabe). Pero la cinta no se resuelve al estilo de las típicas comedias de reconquista tan comunes en el cine de Hollywood, ofrece en cambio una salida que si bien no brilla por su originalidad, al menos resulta decorosa.
En su más reciente trabajo, Koreeda nos demuestra la destreza con la que es capaz de diseccionar un aparentemente sencillo drama familiar, aunque en el camino pierde la intensidad que caracterizaba a sus filmes anteriores, algo que le impide situarse entre sus mejores obras aunque de ninguna manera podemos decir que sea un filme despreciable.
“Hay que renunciar para ser feliz”, afirma la madre del protagonista, al referirse a la serie de situaciones que angustian la vida de su inestable vástago: los celos, la paternidad, la falta de dinero y reconocimiento. Podría parecerlo en una primera instancia, pero afortunadamente Tras la tormenta no se convierte en una especie de panfleto para vivir mejor, en cambio, es un drama que retrata con madurez y sutileza un conflicto familiar que solo un cineasta como Hirokazu Koreeda podría llevar a buen puerto.