Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubezki y Lupita Nyong’o ganaron cada uno el premio más deseado en el mundo del cine: el Oscar. Los tres tiene en común que nacieron en México, aunque la señorita sea más morena que la Virgen de Guadalupe.
En la televisión, dijeron tanto lugar común que parecía un partido de la Selección Mexicana, y en las redes sociales hubo tanto quejoso, que parecían amargados porque ya faltaba poco para el lunes.
El debate parece centrarse en que si estos premios tienen algo de mexicano, y luego entonces, si tenemos que celebrarlo como nuestro. Bueno, pues Cuarón estudió en la UNAM e hizo sus primeras películas con dinero y talento mexicano, dinero público y privado. Su primera película, Sólo con tu pareja (1991) recibió recursos del Fondo de Fomento a la Calidad Cinematográfica y el Imcine, mientras que Y tu mamá también (2001) fue producida nada menos que por el polémico dueño de las tristes Chivas, Jorge Vergara. En ambas cintas, como en buena parte de la filmografía de Cuarón, Lubezki se encargó de la foto, así que ambos, en esos inicios, hicieron su cine en México, con dinero público y de la iniciativa privada.
Después, como es normal cuando alguien es muy bueno en lo que hace, Cuarón y el Chivo buscaron trabajo en otro lado, pues en México no hay una infraestructura para esa cosa tan cara que es el cine. Fue un paso natural, como cuando el genio Maradona se fue a Italia porque ganaría más que en el Boca, como cuando Hugo se fue a España por un salario mejor al de los Pumas; como cuando un muchacho estudioso y aplicado emigra a Harvard o a Oxford para hacer su doctorado.
En el mundo, hay países que desarrollan mejor que otros ciertos oficios, y a veces no tiene que ver con el desarrollo económico y social. Así, un cineasta español emigra a Estados Unidos para enrolarse en producciones de Hollywood, pero un futbolista norteamericano daría lo que fuera por jugar en el Madrid o el Barcelona. En cualquier caso, las bases de lo que son las han aprendido en su país de origen y algo habrán de agradecerle a su tierra cuando ganan.
Cuando alguien dice que Gravity no tiene nada que ver con el cine en México, también tendrá que decir que Luis Suárez nada tiene que ver con el futbol uruguayo y que Neymar en nada se relaciona con Brasil. Se tratará, en todos estos ejemplos, de victorias individuales, según nos dicen los que este domingo dieron tanta lata con el tema.
Comparado con 1991, hoy en día hay más estímulos para que se haga cine en nuestro país. Realizadores como Amat Escalante y su padrino Carlos Reygadas ya ganaron Palmas de Oro en Cannes con cintas hechas con financiamiento mexicano, público y privado. Quién sabe, a lo mejor en algunos años dejan del lado el cine contemplativo y producen filmes comerciales que los lleven al Oscar. Entonces, los mexicanos quejosos dirán que no hay nada por celebrar porque esa película no es nuestra. Y si alguna vez, ya que estamos en pura especulación, Chicharito vuelve a ganar un título en Europa, esos compatriotas aguafiestas dirán que es mérito de él, aunque se haya formado en las Chivas mexicanas, en las que invierte Vergara, el productor de Y tu mamá también.
¿Y la señorita Nyong’o? Pues nació en México, es hija de Kenianos y estudió en Estados Unidos. Como esos futbolistas turcos que terminan por representar a Alemania en un Mundial.
A final de cuentas, la victoria es de quien la trabaja, pero nada veo de malo en sentirse un poquito bien cuando al compatriota lo premian por su esfuerzo.