ENSAYOS PARA LOS QUE HACEN CRUCIGRAMAS
Por Gregorio Paz
Alejémonos un momento de los temas de moda. Ya todos sabemos que Peña Nieto no lee (nada sorprendente), que su hija es una nena de buena clase (y buen ver) que discrimina y siente repulsión ante el proletariado. También sabemos que Loret de Mola hace una columna, Historias de reportero, muy mala y en la cual casi siempre dice puras barbaridades.
Calderas sigue de terco y ahora sale a defender que desde el 2000, año en el que comenzó el gobierno panista en el país, la diferencia entre los pobres y los ricos ha disminuido, y no como desde dos décadas antes del nuevo milenio, en las que, lamentablemente, por el PRI, esa diferencia se hacía abismal.
También sabemos que ahora salió a decir, sí, el pelón de Los Pinos, que las elecciones en Michoacán se vieron controladas por el crimen organizado (que cada vez parece más organizado que las instituciones de Estado) y que por lo tanto el triunfo de Fausto no es legítimo, ahora resulta que todos sus elementos militares que mandó ese día (el 13 de noviembre) a cuidar que la elección se llevara a cabo con seguridad, no sirvieron más que para derrochar una lana del gobierno federal. Ah, y ahí sí está de acuerdo el Zambrano, jefe del PRD, quien dice que a wiwi, que sí hubo mano del narco para que ganara la F. ¿Será que por eso ya van como cinco municipios del estado que se quedaron sin seguridad pública? Sí, ¿no sabían?, hay pueblitos donde ya no hay policías, porque llegaron los pistoleros y les dijeron: Órale hijos de su pinche madre, o le caen o les dejamos caer la verde de toluca, y mejor le cayeron los azules, digo, hasta yo me iba. Y dice Felipe que vamos ganando. Además ya se vienen los aguinaldos de los diputados locales de nuestro bonito estado, y qué creen, que resulta que aunque estamos en crisis, ellos, todos los legisladores (incluidos los que acaban de ingresar), se van a llevar la nada despreciable cantidad, por cabeza, de 95 mil pesotes en promedio, cómo la ven, y sí, son los mismos que dicen, en campaña y todavía, descarados, en el puesto público, que están viendo por el pueblo y por los más jodidos; los mismísimos que de repente también atacan al semianalfabeto de Gel Boy, pero que no han leído ni las instrucciones de uso del nuevo GPS de su automóvil último modelo.
A qué nos lleva todo esto, jóvenes: la política es un juego en el que los únicos que perdemos somos nosotros, los que estamos del lado de acá, me da pena vivir en un país (¿un mundo?) donde el servicio público se subyuga a intereses partidistas, donde la política solamente se trata de una guerra entre instituciones, de las cuales todas dicen “querer el bien para México”, puras patrañas. Ahora sí que termino esta parte de mi columna diciendo: No me mamen la pepa.
Alguien que sí se ha dado cuenta de la importancia de la vida es Fernando Vallejo, el colombiano recibió el premio de la FIL y donó 150 mil dólares en total a dos instituciones que ayudan a los animales. Mario Bellatin, por otro lado, no estuvo muy de acuerdo, ya que existen instituciones de “ayuda” a los animales que, si bien los rescatan, los mantienen en jaulas o casi siempre encerrados hasta que aparezca algún interesado que los adopte. Sea como sea, la discusión en este caso sería amplia, lo que aquí importa es que Vallejo es una persona preocupada por la vida, y Mario también, que los animales merecen, como nos demuestran cada día los políticos y los grupos “adoradores de la muerte”, más respeto que algunos seres humanos, y que la mayoría de nosotros somos tan egoístas que a veces no es que no queramos, sino que no sabemos dárselos.
Hay algunas asociaciones que sí hacen un esfuerzo para entender las necesidades de otros seres vivos, personas que dan un momento de su día para ofrecerles atención y cuidados, que les otorgan un espacio amplio donde puedan vivir, y no sólo sobrevivir mientras esperan quien los adopte. Hay que voltear un poco para allá, creo yo. Para ser conscientes de la vida, y de la importancia de lo que las instituciones llaman “valores humanos”, hay que empezar por validar los valores de toda otra forma de vida, hay que dejar de ser hombres, seres humanos, y convertirnos un poco en otra cosa; no es posible que nos aterremos por las desapariciones, por los asesinatos, las vejaciones, que nos veamos movidos por el morbo y busquemos los videos y las fotografías más sangrientas para exhibirlas (en youtube, facebook, twitter, etc) y decir: Tenemos que detener esta barbarie; no es posible que seamos los aterrados de todo ello y no seamos capaces de, no aterrarnos, sino conmovernos (en el sentido literal de la palabra: movernos, actuar) ante la crueldad y la indiferencia con la que se trata a los otros seres vivos. Dejemos el terror, ese mismo terror que se ve en las caras del cualquier ciudadano: del indígena, del activista social, del policía, del militar, del narcotraficante. Ese es el problema de México: nos han enseñado a tener miedo, pero no a ser hombres, a ser humanos, ante todo.
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