El próximo 28 de febrero se llevará a cabo la 88 entrega de los Premios Oscar y gran parte del morbo se concentrará en la posible y ansiada victoria de Leonardo DiCaprio, quien con su personaje en The Revenant parece tener todo para vencer esa maldición. El sinuoso camino, lleno de otros premios y nominaciones, te lo contamos aquí:
La historia de esta lucha aún sin victoria comenzó en la ceremonia de 1994, cuando apenas a sus 20 años de edad recibía la nominación como Mejor Actor de Reparto por su papel de Arnie Grape en la cinta ¿A quién ama Gilbert Grape? (Lasse Hallström, 1993) protagonizada por el aún no tan conocido Johnny Depp.
La competencia para el novel actor no era nada fácil, pues sentados junto a él estaban pesos completos como John Malkovich, Ralph Fiennes y Tommy Lee Jones, quien finalmente se llevó la estatuilla por su desempeño en El Fugitivo.
Años después una cinta lo llevó a la cima: Titanic, que arrasó con 11 premios Oscar, además de una nominación para Kate Winslet; sin embargo, el nacido en California se conformaría con aplaudir y felicitar a sus compañeros de producción, pues él no fue tomado en cuenta ni para las nominaciones.
Negándose a ser una cara bonita de Hollywood, DiCaprio mostró una notable mejoría en sus siguientes papeles y se ganó el respeto de directores, críticos y público exigente. Así le llegaría su primera nominación como actor principal en El Aviador (Martin Scorsese, 2004) en el que da vida a Howard Hughes, el piloto que entre la década de los 20 y 40 alternó su profesión con el séptimo arte. La noche de gala traería solo desilusiones, pues ni Leonardo ni Scorsese se pudieron llevar premios a casa, ya que la Academia decidió entregarlos al republicano Clint Eastwood y su Million Dollar Baby.
Tan solo dos años después el rubio regresó a las nominaciones al interpretar a Danny Archer en Diamante de Sangre (Edward Zwick, 2006). Su destacada actuación como un traficante en la Sierra Leona tampoco le bastó para llevarse la estatuilla, y eso que en la terna parecía no haber tanta competencia: Will Smith, Ryan Gosling, Peter O´Toole y Forest Whitaker, quien a final de cuentas dio el discurso con Oscar en mano por su papel principal en El último rey de Escocia.
Tras su sólida y convincente actuación en J. Edgar (Clint Eastwood, 2011), Leonardo festejó efusivamente haber ganado el Globo de Oro, pero días después la sonrisa se le borraba porque ni siquiera fue considerado para ser candidato al Oscar. Algunos atribuyeron que la Academia desechó la nominación por un terrible maquillaje que le restaba credibilidad al papel.
Su siguiente papel fue como Calvin Candie en Django Desencadenado (2012), el western de Quentin Tarantino que tan solo le alcanzó para ser nominado a Mejor Actor de Reparto en los Golden Globes, pero estaría otra vez en boca de todos tras su gran desempeño como el ambicioso Jordan Belfort en El Lobo de Wall Street, una comedia negra que lo catapultó a competir por la negada estatuilla al lado de Chiwetel Ejiofor, Bruce Dern, Christian Bale y Matthew McConaughey, que gracias a su papel en la gloriosa Dallas Buyers Club terminó por llevarse las portadas de la prensa mundial.
Si hiciéramos una ociosa comparación, Leonardo DiCaprio es como Lionel Messi: lo han ganado todo, pero a uno le falta ser campeón del mundo y al otro el maldito Oscar, que sin embargo podría ser bendito si los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas deciden que su actuación en El Renacido (G. Iñárritu, 2015) supera al resto de candidatos: Bryan Cranston, Matt Damon, Michael Fassbender y Eddie Redmayne.
Pareciera que el camino está zanjado, pero no nos extrañe que otra vez DiCaprio se quede en su asiento sin poder dar un emotivo discurso.