El rap chicano está lleno de clásicos que se han vuelto imprescindibles para entender esta vertiente del rap, y Arturo Molina, ahora simplemente Frost, es autor de algunos de ellos, entre los que se puede contar East Side story, de 1992.
Por Jorge A. Amaral
Ya había pasado el furor que generó en Estados Unidos con “La raza”, de su primer álbum Hispanic causing panic (ya alguna vez reseñado por su servidor), ya se había capitalizado su calidad como MC en un proyecto alterno, Latin Alliance, en compañía de Mellow Man Ace, ALT y otros pesos pesados del rap chicano.
De ese proyecto colectivo podemos destacar su versión de “Low rider”, el clásico funky de War, un disco tan bueno que no descarto escribir sobre él en un momento dado. Pero bueno, eso ya había pasado, así que Kid Frost necesitaba afianzarse como solista en un medio con cada vez mayor presencia hispana, pues ya por ahí andaban Cypress Hill, Dark Room Familia, Brown Side, Mellow Man Ace (pegando con tubo con “Mentirosa”, check this sound baby, tenemos tremendo lío [fuck yeah!]), Lawless y Lil Rob (“Pachuco’s night”, con madres), y en esa búsqueda nació East Side story, un disco que, muy al estilo del rap chicano, es un retrato nítido de esos barrios angelinos donde la mexicanidad y parte de lo norteamericano conviven tan de cerca que llegan fundirse para generar algo que en ninguna otra parte se encuentra, y la música no es la excepción, ya que no importa dónde se haga rap, nunca será igual a este y qué bueno.
En fin, East Side story abre con la pieza que le da nombre al disco. Un panorama muy amplio de la dinámica social en este sector: la lucha territorial entre pandillas, el tener dos familias: la de la casa y la de la calle, “el barrio es primero”, los youngsters o jóvenes pandilleros, esos OGs destinados a ser soldados de la calle, vasallos de las mafias. El sampleo es excelente: fuerte, muy West Coast.
“The volo” es un pequeño clásico de Frost, haciendo referencia a este machete utilizado especialmente en la zafra. En esta rolita aún encontramos mucho de ese Frost del primer disco, ya que la estructura recuerda un poco “Hispanic causing panic” o “Smoke”, pero con esa lírica de gran manufactura y esa voz áspera pero calmada, en realidad se le perdonan las regresiones, ya que ese estilo es lo que ha distinguido a Kid Frost a lo largo de 25 años de carrera.
La lucha por evadir a la policía, la jura, la intransigencia de los agentes y las mañas para eludirlos así como la influencia del color de piel son algunos temas abordados en “I got pulled over”, en el que un potente bajo y una batería dan mayor vida a este tema que de repente me remitió a los clásicos de NWA “Fuck tha Police” y “Straight outta Compton”.
Si hablamos de policías y pandillas el tema de la cárcel es inevitable, por eso Frost lo aborda en dos canciones: “Penitenciary” y “No sunshine”, esta última un auténtico puñetazo en la cara para quien sienta que las puede todas y que nunca va a caer (yo se las dedicaría a varios buchones que se sienten muy acá sin saber que su vida útil es corta). Para mayores referencias, “No sunshine” forma parte de la banda sonora del clásico de Edward James Olmos American me?, un auténtico blues que a manera de rap nos cuenta cómo la cárcel puede consumir a cualquiera. Por esa tónica reflexiva y aleccionadora va “Thin line”, que pone en claro cómo la vida puede joderse en cuestión de minutos, basta una mala decisión para irse directo al caño.
Como segundo aire del disco y destensando el ambiente viene “This stories have to be told”, en la que se asume como lo que cualquier buen MC debe ser: cronista del barrio, de su entorno, de su cultura. Este tema bien puede ser el preámbulo para “La familia”, esa belleza de canción que Frost creó para el siguiente disco Smile now, die later.
Una de mis favoritas de este disco es “Home boyz” pues Frost luce un flow genial con un sampleo muy de la época, en que el rap podía hablar de temas serios sin dejar de romper bocinas. Ideal para escucharse a todo volumen y armar hasta un slam (de repente me acordé de House of Pain y su “Jump around”, joyita del rap de 1992).
Con un órgano extraído de “Oye como va”, de Santana, Frost dice “No more wars”, pues los más afectados, como siempre, son los “chavalillos”. Escuchar esta rola a todo volumen en un carro con buen sistema de audio puede ser toda una experiencia.
“Another firme rola”, todo un gangsta rap chicano hace juego con “No more wars” en lo que a sonido se refiere pues tiene unos bajos increíbles y un scratch que hace las delicias del escucha, el preludio ideal para el final del disco: “Mi vida loca”. Tres palabras, tres puntos, cholismo puro, chicanismo gansteril de quienes pueden terminar muertos o presos hecho canción usando como base “I feel like a motherless child”, de El Chicano, banda de la que ya hemos hablado aquí. Curiosas coincidencias entre un pandillero y un huérfano, sobre todo si nos vamos a la canción de Delincuent Habits “Orphan of the industry” (Here come the horns, 1998). Pero bueno, esas son referencias.
En fin, East Side story, el último que Frost lanzó con el mote de Kid, es un clásico del rap chicano por su calidad lírica, su impecable producción y su influencia sobre los raperos chicanos que vinieron atrás de Arturo Molina, por eso lo recomiendo. Salud con mi escocés recién destapado.