Gloria es una chica con problemas de alcoholismo que acaba de romper con su novio. Desempleada y sin saber qué hacer con su vida, decide dejar la ciudad de Nueva York para ocupar la abandonada casa familiar en su pueblo natal. Al poco tiempo, un extraño monstruo es noticia mundial al provocar estragos en la capital de Corea del Sur. Sin entenderlo del todo, Gloria se da cuenta de que está conectada de alguna manera a los extraños sucesos, los cuales le ayudarán a replantear su vida sentimental así como a enfrentar a sus propios temores.
De eso y un poco más trata Ella es un monstruo (Colossal, 2016), la más reciente entrega de Nacho Vigalondo, cuarto largometraje que escribe y dirige el cineasta cantábrico (el segundo en inglés). El filme dio mucho de qué hablar tras su presentación en el Festival de Toronto, aunque esto no fue suficiente para captar la atención del público estadounidense que prácticamente pasó por alto su debut en cartelera en abril de este año. La peculiar obra de Vigalondo llegó a México en lo que parece ser una arriesgada apuesta de Cinépolis Distribución.
La excentricidad es una de las características de la filmografía del director español. Para muestra, basta mencionar la comedia de ciencia ficción Extraterrestre (2011), el thriller Los cronocrímenes (2007), incluso el divertidísimo video musical que hizo para el tema Salón de belleza de Silverio (el cual por cierto, se rodó entre Pátzcuaro y Zirahuén). Debido a lo anterior, no resulta raro encontrar en su más reciente trabajo inexplicables manifestaciones eléctricas, extrañas referencias humorísticas y monstruos destruyendo ciudades asiáticas (por cierto, debido a ello la producción fue objeto de una demanda por quienes encontraban demasiadas similitudes con la última versión de Godzilla).
¿Pero cómo es que una película tan peculiar pudo llegar con relativa facilidad a las salas de cine? La respuesta es: Anne Hathaway. La actriz estadounidense se sumó de inmediato al proyecto, por lo que el financiamiento fluyó con relativa facilidad y además permitió elegir el elenco adecuado, el cual incluyó al actor Jason Sudeikis, quien cuenta con una larga trayectoria en el cine de comedia.
Y es precisamente la comedia una parte importante del filme, la estrecha dependencia de la protagonista con el alcohol y las relaciones complicadas, se traducen en pleitos de borrachos y colchones que insisten en desinflarse. Por otra parte, esta especie de recubrimiento cómico, que por momentos tiende al humor desaforado y luego pasa por la comedia romántica, remueve otros temas importantes como el alcoholismo y la búsqueda de madurez emocional, pero lo cierto es que a fin de cuentas el motor del filme sigue siendo el enfrentamiento torpe y voluble de dos monstruosas criaturas.
Es cierto que la caprichosa mezcla de géneros, además de las trampas del guion y las destempladas vueltas de tuerca pueden resultar desconcertantes, pero la cinta se equilibra con un elenco cumplidor, un peculiar sentido del humor y la gratificante presencia de Anne Hathaway, quien se las arregla para dotar de encanto a una ebria inestable que por sí misma ya es un monstruo. Desafortunadamente lo nuevo de Nacho Vigalondo no será para toda clase de públicos, pero tiene ese encanto particular de las películas distintas, aquellas que abordan sus temas de manera caprichosa pero que aun así lo hacen bien.