A unos días de terminar el verano cinematográfico se presentó en cartelera El plan de Maggie (Maggie’s plan, 2015), quinto largometraje que escribe y dirige Rebecca Miller, tras una larga ausencia desde que en 2009 estrenó, sin mucho éxito, Secretos de mujer (The private lives of Pippa Lee).
La nueva comedia de la cineasta estadounidense tuvo su premier en el Festival de Cine de Toronto y de ahí pasó a Sundance, en donde se proyectó fuera de competencia en la sección Spotlight. En México llegó con unas pocas copias para el reducido circuito de arte de Cinépolis (al final Cinemex no la exhibió). El guion de la cinta, autoría de la propia directora, está basado en varios capítulos de una novela inédita de la editora y escritora Karen Rinaldi. En ella, la Maggie del título, una docente en sus treinta, decide que está lista para ser madre.
Obsesionada con el control de su vida, Maggie pide a un amigo (Guy, un barbudo vendedor de pepinillos), una donación de esperma… justo la noche en que se enamora de John, un apuesto colega y aspirante a escritor, que está harto de su vida conyugal. Apenas un par de años después, con una hija en brazos y un matrimonio en problemas, Maggie piensa que ha tenido suficiente, por lo que concibe un descabellado proyecto: hacer que se reconcilien su marido y la ex esposa. Rebecca Miller es hija del dramaturgo Arthur Miller (recientemente fallecido), así como esposa del actor Daniel Day-Lewis (a quien ya dirigió en el melodrama The ballad of Jack & Rose), ella es una de las pocas cineastas estadounidenses que escriben y dirigen sus propias películas, las cuales destacan por la presencia de personajes femeninos que afrontan una fuerte carga emocional.
Por eso, en esta ocasión sorprende al presentar una comedia, absurda y divertida, aunque no por ello ausente de apuntes inteligentes. El ambiente en el que se desarrolla la historia permite a sus personajes (todos ellos académicos universitarios), establecer hilarantes diálogos repletos de referencias intelelectualoides y réplicas ampulosas. Para muestra, la extraña y vaga especialidad del galán en discordia (Ethan Hawke nuevamente en su papel de padre irresponsable): Antropología Ficto-Crítica. En el mismo tenor se encuentra la gélida y pragmática ex esposa (Julianne Moore, en un registro inusualmente simpático), la cual aprovecha cualquier oportunidad para soltar algunas innecesarias frases en danés. Y aunque sus papeles son secundarios, los comediantes Bill Hader y Maya Rudolph, completan bien el cuadro como el matrimonio que se atreve a dar consejos aunque a duras penas se soportan entre ellos.
Mención aparte merece Greta Gerwig, quien se ha convertido en pocos años en una de las actrices más destacadas del cine independiente de los Estados Unidos. El encanto natural de Gerwig se acentúa con un personaje de raíces cuáqueras, enfundado en largas faldas de tela escocesa y que combina a partes iguales ternura y determinación. El plan de Maggie es una cinta compleja pero ágil y entretenida. Su ingenioso retrato de los matrimonios modernos, así como de los nuevos roles de los padres y madres de familia, son los complementos perfectos de una comedia que se sitúa fácilmente por encima de los estándares del género y que indudablemente invita a verla.
Es una pena que su distribuidora la tenga un poco olvidada en su afán de rescatar lo que se pueda de su anodino remake de Cazafantasmas.