El actor australiano Joel Edgerton se acaba de anotar un inesperado éxito con su primera experiencia en la dirección.
Y es que El regalo (The gift, 2015), hasta el momento lleva recaudados 45 millones de dólares en taquilla desde su estreno hace poco más de un mes en las salas estadounidenses, nada mal para una película con un presupuesto de cinco millones. En México, la cinta espera recibir los beneficios de un estreno adelantado, ya que desde el miércoles entró a cartelera.
Joel Edgerton escribe, dirige y actúa en su ópera prima (un poco más y él mismo vende las palomitas). Es de sobra bien conocido por su trabajo frente a las cámaras, pero la elaboración de guiones no es nada nuevo para el australiano. Recién el año pasado se presentó en el Festival de Cine de Morelia el drama criminal The Rover (2014), que dirige David Michôd y cuyo libreto fue coescrito por el propio Edgerton.
El relato se desarrolla en Los Angeles, una pareja acaba de mudarse a California por una doble razón: acaba de sufrir una pérdida importante y una generosa oferta de trabajo es una oportunidad para un nuevo comienzo. Pero la aparentemente bienintencionada aparición de un antiguo compañero de clases del marido, removerá el pasado hasta amenazar la frágil estabilidad del matrimonio.
Si bien desde el inicio la cinta apunta hacia la típica historia del psicópata que aterroriza a una familia, Edgerton sabe matizarla con una serie de elementos que le dan vida a un relato aparentemente simple. La reticencia inicial de la esposa (espectacular de pelo corto la británica Rebecca Hall) ante la actitud de su marido con el antiguo condiscípulo, la depresión y la angustia provocadas por una maternidad no realizada, el cada vez más incontrolable carácter del esposo y un par de vueltas de tuerca medianamente efectivas, van componiendo el rumbo de un filme de suspenso que parecía destinado a las salidas fáciles.
El regalo sabe muy bien cuál es su vocación y no teme en ajustarse a las convenciones del género, la pareja establecida, la aparición de un extraño, las escenas que se repiten (Rebecca Hall haciendo jogging por las calles), el reducido espacio en donde se desarrolla la historia (la casa amplia, luminosa y vulnerable), son elementos que resultarán familiares a quien haya visto cintas como la francesa Un amigo como Harry (Harry, un ami qui vous veut du bien, 2000), o Cabo de miedo (Cape Fear, 1991). Sin embargo, la cinta nos tiene reservadas algunas variantes interesantes.
Edgerton juega con la idea de lo crueles que podemos llegar a ser con las personas que nos rodean y de cómo podemos pasar fácilmente de víctimas a victimarios. El motor de la historia tiene como base la idea de que los incidentes desafortunados de nuestro pasado pueden tener consecuencias distintas para los involucrados: hay quien simplemente olvida y lo supera, pero también hay quienes son afectados de por vida.
El regalo no es una de las grandes películas del año, pero es una agradable sorpresa. Inquietante, incómoda, elegante y entretenida, es una opción aceptable dentro de un género que no siempre ha tenido exponentes afortunados. Ya veremos que pasa más adelante con Joel Edgerton, pero por lo pronto, su debut resulta prometedor.