DESDE AQUÍ (O DESDE ACÁ)
Cartas desde el autoexilio
Por Xoch Tavera
Y se llegó el día en que el sueño mágico llegaría a su fin. En mi mano derecha el pasaporte y la confirmación en línea del vuelo “UX bla bla bla” en la izquierda una botella de agua y casi empujadas con mis pies, las dos maletas que venían repletas de recuerdos, ropa, zapatos, amigos y papeles.
Finalmente, había que dar por concluido el magnífico mes que me había devuelto las ilusiones, las ganas de hacer algo diferente siempre, la motivación perfecta de arriesgarse por lo que uno más cree o por lo que uno no imaginaba que podría pasar.
Cuando iba camino al aeropuerto, era justo eso lo que venía pensando. Recordé aquellas palabras de mi amigo, sobre “lo más arriesgado que hubiera hecho en mi vida” Esta vez, tenía una verdadera respuesta. Lo más arriesgado había sido sentir con tal intensidad como lo hice estando en España, sin pena, sin temor y sobre todo sin ninguna duda.
Como todo trámite aéreo, documentar, abordar y despegar fueron una lata que duró varias horas de más, pero cuando finalmente subí las escaleras del avión, todo se convirtió en una película: La luna estaba partida justo por la mitad. El cielo era rojo como siempre había sido en esa hora y en aquella ciudad, en el planetario me explicaron que a eso se le llama crepúsculo y que es el efecto retardado de los rayos del sol que aún medio iluminan a Madrid una vez que se ha ocultado. No se veían estrellas pero si una semi panorámica a nivel de las luces amarillas de farolas y casas del lugar que fue por varios días mi hogar.
En ese momento y con un viento intenso que más bien me revolvía las ideas, recordé a la gente que me hizo feliz durante mi estancia, los lugares que conocí, obviamente los que me perdí, la comida que disfruté y los sueños que cumplí aún sin saber que realmente los tenía.
Justo ahí, me di cuenta de que ya estaba lista para volver. Yo me había imaginado ese momento con cualquier cantidad de lágrimas en los ojos, con un aplastamiento de pecho fatal y fulminante y con una semana encamada seguro por depresión post-España. La realidad fue otra, de golpe como llegó el viento, supe que ya había cumplido mi tiempo exacto y necesario, había extrañado lo suficiente, las lecciones me habían llovido, tenía mucha más confianza en mí que antes de llegar y nada ni nadie podrían quitarme la felicidad que me había inyectado la temporada fuera de mi casa.
Mientras más se acercaba Morelia a mí más emocionada me sentía, tendría tanto que contar, que compartir, pero sobre todo tendría muchas horas de mi vida para recordar:
Antes de irme tomé de una oficina de turismo una publicidad cuyo eslogan era “Recuerda Madrid. Remember Madrid” Yo sólo sonreí y le contesté: “Para siempre”
Tuits: @exouexou
CRÓNICAS COMPLETAS
I. Ésta soy yo
II. El Vagón de las Lenguas
III. Las otras realidades
IV. No te vayas (Parte uno)
No te vayas (Parte II)
Tárraco (La última, última y última y nos vamos)