En la estancia (2014), primera película de ficción del mexicano Carlos Armella, inauguró la sección de Largometrajes Mexicanos en Competencia en el FICM. Armella es conocido en el medio cinematográfico por codirigir los documentales Toro negro (2005), junto a Pedro González-Rubio y Oro (2013), en mancuerna con David Romay.
Por Armando Casimiro Guzmán
En el poco confortable horario de sábado a las 8:30 de la mañana dio inicio la proyección del filme, una especie de falso documental que cuenta las andanzas de Sebastián, un joven cineasta que graba las vidas y traba amistad con un par de personas, padre e hijo, que son los únicos habitantes de La Estancia, un desolado pueblo del Estado de Guanajuato. Años después, el novel director vuelve al lugar para completar el trabajo, pero las cosas han cambiado, la relación entre el documentalista y su personaje nunca volverá a ser la misma.
El proyecto inició en el 2010, cuando Carlos Armella empezó a jugar con la idea del documentalista que establece una estrecha relación con los únicos habitantes de un pueblo casi abandonado. De inmediato se buscaron las locaciones, encontrando en Guanajuato un lugar que cumplía con las características que requería el proyecto. Lo siguiente fue encontrar a los personajes idóneos para corto elenco, actores profesionales como Gilberto Barraza (muy bien) y Waldo Facco (no tan bien), interactuaron con Jesús Vallejo, un ex minero y sacristán de más de noventa años de edad, quien murió en 2012 sin poder ver la película terminada.
Ante la aparición en los créditos de Alejandro González Iñárritu como productor de la cinta, Armella comentó que el apoyo del reconocido cineasta fue ante todo moral, como mentor, sin imponer ninguna opinión sobre el trabajo. Además los productores esperan que su nombre sea un incentivo para que más gente se acerque a la obra.
La película se divide en tres partes, en la primera de ellas (y la mejor), donde el documentalista establece una relación muy estrecha con sus personajes, resulta creíble y natural, mientras que en el intermedio y la segunda parte, visualmente más atractivas (suponemos que para ejemplificar el desarrollo profesional del cineasta), los personajes se van diluyendo en un drama forzado, inverosímil incluso insulso.
Al menos podemos reconocerle al filme de Carlos Armella, que quizás sin proponérselo del todo, nos ofrezca una reflexión sobre la estrecha y fugaz relación que surge entre el documentalista y su sujeto de estudio. Analizar el dilema moral que supone utilizar (aunque casi siempre se haga de manera consensuada), la vida de una persona para exhibirla en festivales de cine y las consecuencias de ello.
En La Estancia se exhibirá en noviembre en Los Cabos, su única presencia en festivales confirmada hasta este momento. No sabemos si logre salir de su nicho natural que es el circuito de cineclubes, pero una cosa si es segura: no fue la mejor elección para iniciar las jornadas de competencia en el FICM.