El 20 de febrero de 1943 el campesino Dionisio Pulido se encontraba labrando la tierra cerca del poblado de San Juan Parangaricutiro, Michoacán. De pronto, la tierra comenzó a temblar, la tierra se abrió al tiempo que emanaba vapores sulfurosos y fragmentos rocosos saltaban por los aires. Ochenta años después, los efectos del nacimiento del volcán están presentes en la región. Sepultada por la lava, el frente de una iglesia se yergue como mudo testigo del nacimiento y cese de actividades del que en su momento fue el volcán más estudiado del mundo.
Los pueblos del centro y suroeste del país tienen una larga relación con los volcanes, veneración, temor y misticismo se funden en las comunidades aledañas a ellos. El nacimiento de un volcán no es un hecho aislado en territorio michoacano. En 1759 nació el Jorullo en el actual municipio de La Huacana, con quince años de actividad ininterrumpida que estimularon la curiosidad de Alexander von Humboldt, quien lo visitó durante su estancia en el virreinato de Nueva España.
Un trabajo de 18 meses
Conmemorando los ochenta años del nacimiento del Paricutín (o Parícutin, una grafía que se acerca más a su sonido purépecha y que se utiliza indistintamente en este texto), se inauguró la exposición Territorio Especular: Una mirada hacia el Paricutín. Estará disponible para el público del 20 de febrero al 20 de marzo en las instalaciones de la UNAM Centro Cultural, en el centro de la capital michoacana.
A lo largo de 18 meses, la artista Fátima Ramírez Domínguez realizó trabajo de campo en la región que circunda el Paricutín, recopilando fotografías, relatos, textos y otros recursos que sirvieron de base para la propuesta de la exposición. Utilizando una variedad de medios (realidad aumentada, realidad virtual, instalación), la artista traza, en sus propias palabras “una línea desde la evocación del suceso como recuerdo, hasta la puesta en valor del lugar y la importancia que se supone debería tener este sitio”.
Recurre a audiovisuales de gran formato y definición, exploraciones en realidad virtual, así como rocas y fotografías fijas a las que se superpone la realidad aumentada a través de un dispositivo electrónico. La artista nos habla no solo desde la perspectiva de quienes presenciaron el nacimiento del volcán, sino que nos ofrece una aproximación distinta a este hecho histórico.
En entrevista, Fátima Ramírez nos habló del contenido de la exposición, de sus componentes, así como de las particularidades del Paricutín.
¿De dónde surge tu interés por el Paricutín?
El interés viene desde la historia que leí de niña en el libro de lecturas de primaria, donde la inocencia y el asombro me hacían imaginar mundos fantásticos que vivían debajo de la lava. Conforme fue pasando el tiempo, la vida me llevó al sitio y terminé por quedarme enganchada con ese paisaje, las historias y la memoria que se conservan de generación en generación
¿Cómo fue tu aproximación al tema de la exposición?
Comencé con investigación documental y de campo, el proceso de producción que llevo a cabo en cada proyecto que comienzo está basado siempre en una investigación concreta. Me gusta conocer todas las aristas, todas las visiones y también como otras personas generan reflexiones en torno al tema que es de mi interés, en este caso el Parícutin. De ahí que comencé a integrar una lista de obras, literatura, foto, video y plásticas que se han orientado a este tema.
¿Qué dificultades encontraste en tu trabajo de campo?
En este proceso, los 18 meses que estuve trabajando, fue complicado porque estuvimos condicionados a lo que dictaba la pandemia. Eso limitó mucho la investigación, pues las personas, los testigos, ya son mayores y sé que algunos se quedaron en el camino, no sé si por el COVID o por la edad. Pero gracias a las personas que muy generosamente me apoyaron como el geólogo Pedro Corona Chávez y Andrés Arroyo es como pude acceder a más documentos e información, además de las diversas visitas al Parícutin, Angahuan, Caltzonzin, San Juan y la ruina del viejo San Juan Parangaricutiro.
¿Qué elementos conforman la exposición?
Elementos tecnológicos, visuales, narrativos y quizá plásticos. En el aspecto tecnológico, se utilizaron técnicas como realidad aumentada y realidad virtual e inteligencia artificial. Los aspectos visuales están conformados por el registro fotográfico y videográfico que se recabó durante la investigación de campo y en la parte de narrativa podemos escuchar un texto de José Revueltas y algunas voces recabadas de momentos clave y de personajes partícipes del nacimiento del volcán.
¿La diversidad de materiales recabados fue moldeando la exposición o ya tenías en mente lo que querías antes de iniciar el trabajo de campo?
Así es, los materiales recabados moldearon las piezas. No así los procesos. Mi educación es en arte digital, entonces la manipulación de herramientas tecnológicas es un lugar en donde me siento cómoda, tenía muy claro que era desde estas expresiones, desde donde quería abordar el tema, sobre todo por la cuestión de la construcción de imaginarios y de la virtualidad.
¿Cómo fue el contacto con la UNAM para llevar a cabo la exposición?
El primer contacto fue fortuito, pues cuando comencé a indagar sobre algunas otras manifestaciones en torno a este tema, conocí el documental de Andrés Arroyo Vallín (Parícutin: al otro lado) y decidí contactarlo. Así pude conocer el gran trabajo que realiza el laboratorio, comenzamos a hablar del tema y encontramos un punto interesante de encuentro. Posteriormente conocí al doctor Pedro Corona Chávez, quien también me compartió documentos muy importantes que fueron de enorme interés. Fue así como ellos me acompañaron en este proceso, por lo que los invité a conocer mi propuesta de obra y me apoyaron para traerla a Morelia.
¿Qué efectos sigue teniendo en la actualidad el surgimiento del volcán en las comunidades aledañas al Paricutín?
El nacimiento de este volcán puso los ojos en un punto de este país, tanto geológica como socialmente, quizá hasta económicamente. Trastocando la vida de todas las personas que viven en las zonas adyacentes al volcán. Algunos encuentran un efecto positivo en esto, supongo que los más jóvenes, debido al turismo y algunas otras cuestiones, pero los más grandes, los que aún quedan o estaban pequeños cuando nació Parícutin, conservan un poco de la tristeza y la desdicha que significó perderlo todo.
¿Qué significado tiene el título de la exposición?
Específicamente me refiero a la ambivalencia del término “especular”. La virtualidad nos permite crear mundos y posibilidades fuera del plano físico, la percepción y la memoria de aquellos que vivieron el suceso y aquellos que lo recuerdan por tradición oral se desprende de una imagen mental, o sea, la primera forma de virtualidad. De este modo, especular es aquella acción que nos permite establecer un vínculo entre lo que se recuerda, lo vivido y lo percibido. Por lo tanto, es posible traer el suceso a este plano temporal dotando de imagen, sonido y objeto a todas las voces que recuerdan el nacimiento del Parícutin. Especular también es suponer lo que ahí se vivió desde la memoria de los pueblos.
Foto: Cortesía UNAM Centro Cultural
Sin tomar en cuenta la época, ¿qué semejanzas y diferencias hay entre el nacimiento del Jorullo y el Paricutín?
Pues quizá el sitio de su nacimiento, el alcance de destrucción, así como el impacto. Considero que algunos de esos factores están dados por el devenir de la época: recordemos que Jorullo es de 1759 y Parícutin de 1943, lo cual se vuelve más fascinante, pues hay documentación desde su nacimiento, haciendo que sea un volcán bastante estudiado y nos dé la posibilidad de poder retomar algo de estas investigaciones, pues aún podemos encontrar testigos vivos y muchos documentos.
¿Qué particularidades tiene el Paricutín con respecto a otros volcanes del siglo XX?
El Parícutin es un volcán muy peculiar, es el más joven del que se tiene registro, el más estudiado y por supuesto el que cuenta con acta de nacimiento y por ahí escuché que hasta de defunción. Tenía dueño. ¡Imagínate ser dueño de un volcán! Y aunado a eso, ver el esplendor de este acontecimiento geológico que generó en propios y extraños, muchas formas de reaccionar ante él. Ahí está por ejemplo Dr. Atl que generó toda una paleta de color muy específica, para representar el fuego del volcán. Los textos de José Revueltas, las fotos de Ezequiel Ordóñez, por mencionar algunos y toda la basta investigación desde diferentes miradas. Incluso hay quienes lo llaman el Vesubio mexicano, por eso considero que es un volcán distinto a los otros.