Una es la súper producción de Netflix que costó 120 millones de dólares. La otra es una película 100 por ciento indie para la que sus creadores empeñaron todo y se podrían ir a la quiebra si no hay una buena taquilla. Hablamos de Frankenstein y Soy Frankelda, ambas a estrenarse este 23 de octubre pero con circunstancias totalmente distintas.
La ambiciosa cinta de Guillermo del Toro tendrá una peculiar salida exclusiva para cines seleccionados y circuitos culturales. Solo se podrá ver este jueves en lugares como la Cineteca Nacional y decenas de pequeños recintos no comerciales en casi todo el país. Después, la adaptación al libro de Mary Shelley llegará a Netflix el 7 de noviembre.
Hasta hoy, únicamente los asistentes al Festival de Cine de Venecia y al de Morelia han podido apreciar el más ambicioso proyecto del mexicano. Con las actuaciones de Oscar Isaac, Jacob Elordi, Mia Goth y Felix Kammerer, la película adapta con maestría la novela clásica y con todo el sello del “Gordo” hace ver que los humanos son más monstruosos que cualquier criatura deforme y experimental.
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Soy Frankelda es otro relato: el de dos cineastas jóvenes (los hermanos Arturo y Roy Ambriz) que han pulido una obra artesanal hasta dejarla en su mejor punto. La protagonista es una escritora mexicana del siglo XIX que viaja a su subconsciente para enfrentar a los monstruos de sus historias. Guiada por un príncipe atormentado, debe restaurar el equilibrio entre ficción y realidad.
En los últimos días se ha hablado mucho de la cinta creada 100 por ciento en stop motion y en redes sociales se impulsa para que el público vaya a verla a las salas. Lo mejor es que en un crossover fantástico, el propio Del Toro ha promocionado la película de los mexicanos en X, con una respuesta múltiple por parte de los usuarios.
El destino de Frankenstein está cantado: será, sin dudarlo, una de las producciones con más vistas en Netflix. Lo de Soy Frankelda es un misterio, depende en gran parte de su primer fin de semana, así que habrá que apoyar retacando las salas.