La reciente detención de altos funcionarios de la FIFA acusados de actos de corrupción, lavado de dinero y otras linduras solo deja en claro que el futbol es tan sucio como las patadas que metía Miguel Herrera cuando jugaba en el Toros Neza.
Hoy más que nunca se pone en duda la honestidad de un juego que nos tiene embobados gran parte del año, ya sea con el torneo local o las cada vez más mediáticas competiciones como la Champions, la liga de España, la de Alemania, la Libertadores o hasta la Concachampions.
En particular, la liga en México se distingue por una larga cola de sospechosismo que encabeza el América, club millonario del que se tiene la creencia popular que a menudo compra arbitrajes para que lo favorezcan, o arregla finales para acumular títulos. Los verdaderos fanáticos de este espectáculo engañabobos no olvidamos bochornosos episodios como aquella increíble voltereta que las Águilas le dieron al Tampico Madero, luego de haber perdido 4-0 la final de ida en la entonces pacífica Tamaulipas. Ni tampoco cuando derrotaron a su hermano el Necaxa, o aquella ocasión en que vencieron a Pumas gracias a un terrible arbitraje.
En la temporada que ha llegado a su final, se sospechó que en las primeras fechas los silbantes le echaron una manita a las Chivas, popular club que llegaba con la soga al cuello en cuestiones de descenso. Y es que sin este equipo la liga perdería muchos fanáticos y por lo tanto muchos millones de pesos. Como dijo el güero William Clinton: “Es la economía, estupid”.
Basado en tan negro historial, en esta campaña comencé a sospechar que todo se había arreglado para que el campeón fuera Gallos Blancos de Querétaro. ¿Por qué pensé en ello? Porque según una particular teoría conspiratoria, en el futbol mexicano se le premia con un título a quienes entran a la liga como nuevos inversionistas. Obviamente no tengo prueba alguna, pero sí datos para pensarlo. En el Torneo Apertura 2007, el Atlante dejó de ser un equipo sin casa ni identidad para mudarse a Cancún, que lo recibió con todos los dólares que por allá circulan. No tenía una nomina espectacular ni poderosa, pero hizo un torneo irreconocible y en la final sometió a los Pumas de la UNAM para ganar un trofeo luego de miles de años sin lograrlo, desde aquella época de Ricardo Lavolpe.
Después el Atlante regresó a su realidad: descendió unos años más tarde.
Otro caso es el de los Xolos de Tijuana, cuya historia de éxito inmediato resulta asombrosa. Fue fundado en 2007, en 2011 ya había ascendido a Primera División y en 2012 se llevó el título con el Turco Mohamed como técnico. ¿Otro premio para un nuevo inversionista? Mmm, y además, no cualquier inversionista, nada menos que el peligroso Jorge Hank Rohn, un político con más acusaciones que apuestas en sus casinos Caliente.
Y qué decir del León, con una década en el infierno del descenso, pero cuando Carlos Slim le entró como inversionista, de pronto se convirtieron en los Súper Panzas Verdes y no ganaron uno, sino dos títulos consecutivos. Ajá, hay de inversiones a inversiones, de ricos a ricos.
Para 2015 otro nuevo gallo entró a la liga: el Grupo Ángeles, de la familia Vázquez Raña, adquirió al siempre herido Querétaro y lo volvió mediático al contratar a Ronaldinho, el crack brasileño que en su última etapa solo da nota por sus borracheras. Pero como el equipo no levantaba, la directiva despidió al técnico Nacho Ambriz para traer al rey midas Víctor Manuel Vucetich, quien como un mago logró que los emplumados ganaran un montón de partidos hasta llegar a la mismísima final.
Mi teoría de la conspiración estaba más que confirmada: otro nuevo dueño sería premiado con un campeonato, lo que comprobaría lo enlodado de este deporte.
Sin embargo, el jueves, mientras yo bebía un elegante y caro vino tinto con mis amigos, vi cómo el Santos se fue ensañando con los Gallos, a quienes golearon sin piedad por 5-0, lo que dejó la final de vuelta sin chiste alguno.
Luego de ello, solo me quedan algunas preguntas que dejo a su consideración:
¿Los títulos de Atlante, Xolos y León nada tuvieron que ver con nuevas inversiones en el futbol? ¿Es posible que más bien se haya premiado a Santos, considerando que también tiene nuevo dueño luego de que el grupo ABInBev se lo vendió a Alejandro Irarragorri en 2013? ¿Los Vázquez Raña esperarán una temporada más para obtener su premio? ¿Todo es parte de mi ociosidad considerando que no tengo un trabajo estable ni una relación funcional? ¿Me estoy volviendo loco?
Es probable.