Por Bibiana Camacho
El género gangsteril, ampliamente socorrido en le literatura, el cine y la televisión, causa una fascinación casi unánime, prueba de ello están El Padrino, la novela y la película; Los Soprano, y varios clásicos de la cinematografía como The french connection, Once upon a time in America y The asphalt jungle. Sin embargo habrá que resaltar dos filmes importantes del 2007, primero porque ambos se basan en personajes reales, luego porque estos personajes son negros, y por si esto fuera poco, por su indiscutible calidad. Se trata de American Gangster (Gangster Americano, 2007) de Ridley Scott, y Mr. Untouchable (Señor Intocable, 2007) de Marc Levin.
American Gangster
En Gángster Americano la historia inicia en 1968 cuando, luego de la repentina muerte de Bumpy Jonson -uno de los principales capos de la mafia negra en Harlem-, su chofer y ayudante Frank Lucas (Denzel Washington) aprovecha el hueco abierto en la estructura de poder para construir su propio imperio. Gracias a la guerra de Vietnam, Frank viaja hacia la jungla norte de Tailandia para comprar heroína pura directamente al productor, sin intermediarios ni patrocinadores, o sea sin la Mafia. Los soldados norteamericanos en Vietnam se encargan de hacer llegar la mercancía a Estados Unidos y, una vez ahí, es preparada en dosis llamadas “Blue Magic”. Con la estrategia empresarial consistente en buena calidad y precios bajos para eliminar la competencia, Frank asciende rápidamente. Su espectacular éxito lo convierte en el nuevo padrino de la droga en Harlem y en la viva imagen del triunfo: un hombre respetado y temido, admirado y envidiado.
Por otro lado Richie Roberts (Rusell Crowe) es un policía intachable, tan íntegro que hasta sus colegas lo rechazan por no aceptar sobornos y por haber devuelto un millón de dólares proveniente de la mafia, en lugar de compartirlo con sus compañeros. Sin embargo su entereza como policía no tiene correspondencia en su vida privada. Cínico y negligente en sus relaciones familiares, no es capaz de retener a su esposa e hijo a su lado. Al frente de un grupo de policías honestos se da a la tarea de investigar quién controla la distribución de droga en las calles.
Tanto Lucas como Roberts se basan en un código ético muy riguroso que los diferencia del resto de sus colegas. Son dos figuras solitarias en lados opuestos de la ley.
La historia plantea una ambigüedad en torno a lo malo y bueno de los personajes, instituciones y situaciones; nada escapa a los matices. Tenemos la moral del policía honesto hasta el extremo -en una época en el que no era lo habitual-, pero que no consigue ser ni buen marido ni padre; por otro lado, la consabida doble ética del mafioso, defensor de una dudosa convicción de que hace bien su trabajo y vela por los suyos, sin pensar en la muerte que vende en cada pequeña bolsa de veneno. Además, los agentes son más corruptos que los criminales y, con la guerra de Vietnam en su peor momento como telón de fondo, los soldados norteamericanos que servían ahí ayudaban a los señores de la droga trasladando la heroína a los Estados Unidos. Incluso, en los féretros que transportaban a sus compañeros caídos en el campo de batalla.
La trayectoria de Frank se desarrolla en paralelo con la investigación de Roberts, manteniendo una tensión constante que se libera en el momento en el que el honesto policía descubre, con la ayuda de Nicky Barnes (interpretado por Cuba Gooding Jr.), que su presa no es un italiano, sino un negro de Harlem. Justo cuando se encontraba en la cima, Frank es encarcelado en 1975 con una condena de setenta años; sin embargo ésta es reducida a sólo siete gracias al trato hecho con Richie para delatar a los policías corruptos de Nueva York, una ciudad que en aquella época ostentaba las mayores tasas de homicidio y delincuencia.
Mr. Untouchable
El documental Señor Intocable narra la vida de Nicky Barnes, el más grande distribuidor negro de heroína en la historia de Nueva York, luego de Frank Lucas. De ser un jugador de basketball en Harlem, se convirtió en adicto, luego en dealer e ingresó a la cárcel antes de cumplir 21 años. Mientras estuvo en prisión, dejó de drogarse y se dedicó a aprender de sus compañeros. Al salir tenía muy claro que quería dominar el negocio de la distribución de heroína al precio que fuera, incluso delatando a sus socios. Influenciado por Nicolás Macchiavelo y con el beneplácito y consejo de Joel Gallo y Matthew Madonna de la mafia italiana, Nicky Barnes estableció su propia familia criminal The Council. Amasó una gran fortuna que disfrutaba sin reparo.
A finales de los 70 inició su decadencia. Con una extraordinaria habilidad para evadir la justicia, su desenfrenado estilo de vida estaba en los encabezados de todos los periódicos. En junio de 1977, Barnes fue portada de The New York Times Magazine con el encabezado “Mister Untouchable”. Vestido con un traje hecho a mano, una corbata de seda con rayas rojas, blancas y azules; su estilo y postura se asemejaban más a un ejecutivo de Forbes que a un dealer de heroína. El subtítulo de la publicación decía: “Este es Nicky Barnes. La policía de Nueva York afirma que es el dealer de droga más grande de Harlem, Pero, ¿puede probarlo?” Meses después el gobierno federal contestaría la pregunta al procesarlo y sentenciarlo de por vida. Sin embargo se convirtió en testigo protegido y nunca pisó la cárcel.
Casi 30 años después, en el verano de 2006, Nicky Barnes se sentó a platicar con el director Marc Levin y la productora Mary-Jane Robinson acerca de su vida. Desgraciadamente no es posible observar el rostro del que fuera el hombre más poderoso de la droga en Nueva York y hay que conformarse con una sombra parlante. El amplio testimonio de personas de ambos lados de la ley, incluyendo a miembros de su banda y agentes de la DEA que trabajaron para lograr su captura; la música e imágenes de archivo de la época hacen de Mr. Untouchable un documental ampliamente disfrutable y atípico.
Estilo y estrategia
Uno de los elementos más rescatables e interesantes de estos filmes no tiene que ver con el crimen ni con la justicia, sino con un estilo. Si bien la estética del gángster italiano estaba perfectamente identificada (sobriedad: trajes de rayas con cortes impecables y telas finas), los negros de Harlem le dieron un toque particular. Colores estridentes, sombreros extravagantes, cortes amplios y cómodos, peluches, animalprint, plumas y lentejuelas. El estilo de la blaxploitation, dominante en aquel momento, ostentaba una identidad transgresora; y, a partir de ésta un poderío que se convirtió en un objeto de consumo.
Las audiencias siempre han preferido a los gángsters, quienes materializan nuestras fantasías de poder ilimitado; y además, defienden principios sólidos heredados de una tradición familiar. Aunque tanto American Gangster como Mr. Untouchable pertenezcan a un muy manoseado género policiaco, no sólo son innovadoras porque el protagonista en ambas es un negro, sino porque retrata la estrategia empresarial que usaron para lograr una panacea capitalista, aprovechando las ventajas históricas y contextuales del momento. Macchiavelo, muy admirado por Barnes, decía: “Los emprendedores son simplemente aquellos que entienden que hay muy poca diferencia entre obstáculo y oportunidad y que son capaces de convertir ambas en ventajas.”