El guión: el principio de todo
Por Santiago Ortiz Monasterio
El tener una idea no es motivo para cantar victoria a los cuatro vientos y alardear sobre algo que a todo ser humano se le ocurre eventualmente. Uno no puede ir a registrar una idea en Indautor (Instituto Nacional del Derecho de Autor) o al registro del Writers Guild of America, constituida por un par de renglones vagamente redactados ya que esto sería justo motivo para recibir un zape en la cabeza y una patada en el trasero. Todos tenemos ideas fabulosas que son fáciles de presumir, pero si no sabemos cómo contar realmente una historia que contenga un verdadero conflicto sobre una estructura bien tramada y correctamente escrita sobre papel, no sirve de nada para ningún productor que tenga la intención de llevarla a la pantalla grande.
La construcción de un guión no es un trabajo fácil de realizar. Es necesario llevar a cabo investigaciones sobre el tema, ser paciente y resistir largas jornadas ante un laberinto de posibilidades, ser humilde al recibir críticas de terceros, encontrar un conflicto sólido y estar dispuesto a escribir y rescribir la historia. Este último punto hace referencia a un dicho muy popular que afirma que Escribir es Reescribir (To write is to re-write). Ni el mejor escritor del mundo puede tener un guión perfecto en su primer versión (o primer draft). No demeritemos el arduo trabajo de un guionista profesional creyendo que su labor es cosa fácil. Es necesario invertir largas horas, días, meses y hasta años para poder llegar a una versión definitiva de un guión.
En México tenemos el problema de que los guionistas de profesión están prácticamente extintos. El guionista se enfrenta a una escasez de oportunidades para que su producto sea comprado, y si llegase a ocurrir esto, puede ser el último en recibir una retribución monetaria por dicha labor. Desgraciadamente el guionista se termina muriendo de hambre antes de ver un solo peso. Esta razón elemental de supervivencia, obliga al guionista a recluirse en un trabajo fijo que satisfaga su necesidad primara por alimentar su estómago, convirtiendo a la profesión en un pasatiempo relegado en los vagos recuerdos de los sueños de juventud.
Para sobrellevar esta problemática es necesario una fuerte convicción, disciplina y sobre todo una búsqueda constante para encontrar las diferentes opciones y poder vender un guión en México y en otros países. Si lo vemos objetivamente, este fenómeno de escasez de guionistas, y por ende de buenos guiones, representa un campo de oportunidad ya que los buenos productores (que también son escasos ya que la mayoría de los cineastas quiere dirigir o actuar) están ávidos de encontrar ese guión que pueda ser un éxito. Y aún más importante, un buen productor necesita guionistas que puedan escribir guiones por encargo y que sepan adaptarse al tipo de historia que se les solicite.
Si estás interesado en aprender a escribir guiones de cine te recomiendo hacer cuatro cosas para empezar: antes que nada leer libros sobre cómo escribir y estructurar guiones. Algunos escritores reconocidos en cuando a la enseñanza del guionismo son Syd Field, Robert McKee, David Trottier, entre otros. Hay todo tipo de libros sobre cómo vender tu guión (Selling your story in 60 seconds: the guaranteed way to get your screenplay or novel read, de Michael Hauge); cómo hacer diálogos (Talk the talk: a dialogue workshop for scriptwriters, de Penny Penniston); cómo formatear correctamente tu guión (The Hollywood standard: the complete and authoritative guide to script format and style, de Christopher Riley), y muchos más enfocados en distintos aspectos del guionismo. Segundo, leer guiones profesionales de cine y analizarlos. Para esto hay muchas páginas en Internet donde puedes descargar guiones. Una de las más importantes es Internet Movie Script Database (www.imsdb.com). Tercero, ver muchas películas y analizar su estructura teniendo a tu lado una libreta donde apuntes los puntos más relevantes que vayan pasando y en qué minuto suceden. Esto te hará ver de qué forma fueron estructuradas. Y por último, escribir y reescribir tu historia incansablemente hasta perder sensibilidad en el trasero. Bueno, en promedio uno puede escribir lúcidamente hasta cuatro horas seguidas, después de eso es necesario despejar la mente. Esto ya depende de las habilidades y de la experiencia de cada quien.
La siguiente semana veremos algunos aspectos importantes a considerar en la elaboración de un guión cinematográfico.
Santiago Ortiz Monasterio es productor de cine.
PD: Como recomendación personal, y sin demeritar a gran parte de las producciones mexicanas, intenta no escribir guiones sociales enfocados en narcotráfico, migrantes o el bajo mundo de México, ya que son temas muy trillados y gastados en nuestro país. Hay que proponer nuevas historias y no encajonarnos en temáticas ya presentadas una y otra vez. Como opinión aún más personal sobre lo mismo, creo que es suficiente con vivirlo a diario en nuestras calles como para todavía llegar al cine y verlo nuevamente.