CARTELERA RETROSPECTIVA
Por Armando Casimiro Guzmán
Debido a su exitoso recorrido internacional, Güeros, la ópera prima de Alonso Ruizpalacios pintaba como uno de los estrenos mexicanos más interesantes del 2015. La película formó parte de las selecciones oficiales del Festival de Cine de Berlín, donde obtuvo el premio que se otorga a los mejores primeros trabajos y del Festival de San Sebastián, donde se hizo acreedora a un par de reconocimientos más.
La cinta, que pudo verse previamente en el Festival de Cine de Morelia (FICM), además de formar parte de la 57 Muestra Internacional de Cine, desde hace un par de semanas recorre las salas del país con solamente 55 copias.
El propio Ruizpalacios, quien estudió teatro antes de dedicarse al cine, coescribió el guion junto a un viejo conocido, Gibrán Portela. Ambos tenían pensado hacer una especie de road movie en la Ciudad de México, contemplando las características propias de una ciudad que no es amigable con los peatones y en donde sus habitantes pasan buena parte de sus vidas metidos en sus autos. El director cuenta que se acercó al colectivo Citámbulos para empezar a hacer recorridos y localizar los lugares que quería visitar con su película, finalmente eligió, entre otros, el campus de la UNAM, la unidad habitacional Copilco, algunas zonas del sur de la ciudad, un zoológico, el centro histórico y Texcoco.
Fede (DF al revés) y Santos, dos jóvenes estudiantes universitarios, que soportan estoicamente una de las recurrentes y prolongadas huelgas de la UNAM, se unen a Tomás, hermano menor del primero para embarcarse en un viaje de búsqueda, el objetivo: Epigmenio Cruz, un mítico cantante desconocido, que según cuenta la leyenda “hizo llorar una vez a Bod Dylan”. El grupo se completa con la incorporación de Ana, una joven militante, estudiante de la estrafalaria carrera de “letras tropicales”.
La película está rodada en blanco y negro, “fue una decisión intuitiva al principio… pero más tarde me di cuenta de que ejemplifica muy bien los contrastes, las contradicciones de la ciudad y el formato ayudaba a darle un cierto toque atemporal”, dijo Ruizpalacios, durante la presentación del filme en el marco de la más reciente edición del FICM.
Güeros es una comedia de un tono muy particular, muy propio y ciertamente inusual en el cine mexicano. Posee un humor antisolemne y autoparódico, resulta inolvidable aquella escena en donde los protagonistas se quejan amargamente del cine nacional: “Juntan unos vagos, los filman en blanco y negro e inmediatamente nos dicen que eso es cine de arte”.
Aunque inevitablemente el recorrido que hacen los personajes remite a la prolongada huelga de 1999 de la UNAM (en una secuencia impresionantemente bien lograda dentro de la universidad), el director afirma que no quería aludir directamente al movimiento, que no tenía intenciones de criticarlo ni aplaudirlo, simplemente lo anotaba como un contexto ficticio en el que se desarrollaba la historia.
A pesar de que ser un potencial suicidio comercial, Güeros es una gran película. No solo es la típica cinta en donde los protagonistas emprenden un viaje de autodescubrimiento, es una obra que habla de los contrastes sociales, desde la desidia contemplativa hasta la furia militante, pero ante todo la cinta es una celebración de la juventud que habita en una ciudad caótica y vibrante.