Beneficiada por un fin de semana sin estrenos importantes, hizo su aparición en la cartelera Guten Tag (Buen día), Ramón (2013), feel-good movie del mexicano Jorge Ramírez Suárez, que busca terminar de vaciar los bolsillos de los atribulados padres de familia que por estos días sortean el cada vez más costoso regreso a clases.
Por Armando Casimiro Guzmán
La película pudo verse hace unos meses durante el Festival de Cine de Morelia, dentro de la sección de estrenos fuera de competencia y con la nada despreciable cantidad de doscientas copias, inicia su peregrinar por la salas de cine de nuestro país.
Escrita y dirigida por Jorge Ramírez Suárez, Guten Tag, Ramón, nos introduce en la vida de un joven habitante de un pequeño pueblo del norte de México, quien tras varios intentos fallidos de ingresar ilegalmente a los Estados Unidos, decide probar suerte en Europa, específicamente en Alemania tras recibir el consejo de un amigo. Después de pasar una serie de situaciones difíciles, producto de su estrechez económica así como de su total desconocimiento del país europeo, Ramón conoce a Ruth, una anciana enfermera retirada quien le brindará apoyo y protección, lo que tejerá entre ellos un fuerte lazo de amistad a pesar de las barreras del idioma.
Jorge Ramírez Suárez es un mexicano que lleva 14 años viviendo en Alemania, así que de acuerdo a sus propias palabras, le resultaba natural desarrollar un guion que retomara la situación de ambos países, mostrando otra cara de México, al margen de la violencia imperante. La intención del director era simplemente contar una historia sobre una persona a la que le iba bien a pesar de las adversidades, gracias a la solidaridad humana.
El reparto está conformado por Krystian Ferrer, un joven pero experimentado actor mexicano, en quien pensó Ramírez Suárez inmediatamente después de ver su desempeño en Días de gracia (2011). El propio Ferrer recientemente protagonizó Las horas muertas (2013), filme que pudo verse en la Muestra de Cine. El resto de la participación mexicana se complemente con las pequeñas participaciones de Arcelia Ramírez y Adriana Barraza. La elección del elenco alemán resultó más complicada, pero gracias a una serie de recomendaciones, el director se decantó por la experimentada Ingeborg Schöner, quizás el mayor acierto de toda la película.
Llevar a cabo una coproducción en Europa, a pesar de ser un filme pequeño, requirió de fuertes apoyos de la iniciativa privada. Pero el patrocinio empresarial debió retribuirse con sendos y odiosos comerciales de detergentes, anteojos e instituciones de turismo que se meten con calzador en los momentos más insospechados. En su ánimo de contar una relato optimista, Ramírez Suárez no duda en atiborrarnos de lugares comunes: el pueblerino con síndrome del Jamaicón Villegas (¿qué otra cosa come el mexicano si no son tacos con tequila?), el joven pobre pero honrado y la anciana bondadosa, la familia urgida de medicinas, etc. Podríamos mencionar también sus larguísimos 120 minutos de duración, pero lo peor de todo, es el tono de comedia cursi que envuelve cada una de las acciones que se ven impulsadas por las más insólitas casualidades. Habrá quien la disfrute, pero si no corre sangre azucarada por sus venas, es mejor evitarla a toda costa.