Omar Arriaga Garcés/Guanajuato
Como en el primer día de actividades en el Teatro Juárez durante el estreno de Después de Lucía, cuando luego de la alfombra roja le fue permitido a la prensa ingresar al recinto, a fin de que se cubriera la entrada de hasta el último personaje, el sábado 21 de julio a las 9 de la noche en el homenaje al realizador surcoreano Park Chan-Wook (Seúl, 1963), los representantes de los medios se veían visiblemente inconformes por la larga espera de más de hora y cuarenta minutos; sin embargo, tanto los compatriotas de Park como el público de México que se encontraba hasta el frente de la fila de ingreso, comenzaron a ocupar el inmueble, lo que preocupó a no pocos.
La mayoría de los enviados pensó, no sin motivo, que de nueva cuenta tocaría situarse hasta el palco del tercer o cuarto pisos, por lo que con seguridad la mitad de la pantalla sería inaccesible. Otra vez. No todos los que se hallaban presentes habían visto alguna película de Park Chan-Wook, pero la idea de verle el cuello a la protagonista de Simpatía por la Sra. Venganza (2005) por casi dos horas no entusiasmaba a muchos. Contrario a lo que ocurrió en los otros eventos, en los que uno muestra su gafete de prensa y lo dejan pasar sin mucho aspaviento, tuvimos que esconder la acreditación, salir de la zona de medios y pasarnos del lado de los civiles.
Semejantes a esos ejemplares bovinos que son conducidos por un camino de lodo y tablas, marchamos cerca de la alfombra roja y subimos las escaleras, de nuevo hacia el tercer piso; pero cuando nos dimos cuenta que los palcos estaban casi llenos, bajamos al segundo, en donde muchos coreanos, seguramente turistas o invitados de Park Chan-Wook, ya se hallaban apostados. Dos surcoreanas se sobresaltaron al ver que invadíamos el lugar. Con gestos, les preguntamos si estaban ocupadas las sillas de atrás; con gestos, respondieron que no.
Nos sentamos, y en el mejor inglés que puede tener alguien que nunca lo ha practicado, les dije que mi amigo Rogelio quería hablar con ellas (interpelando a la más bonita, que tendría unos 25 años). Para nuestra sorpresa, respondió en español que se llamaba Nari y cursaba estudios latinoamericanos en la Universidad de Guanajuato. La que no era muy bonita, no dijo mucho. Cuando marchaban por la alfombra los últimos personajes, Silvia Navarro, Martha Higareda, Sebastián Zurita, Tongolele y, por supuesto, Park Chan-Wook, Nari nos preguntó el nombre de cada uno de ellos y aplaudió visiblemente emocionada al ver a Park. “¿Lo conoces?”, “claro que sí”, dijo, “no en persona, pero me gustan mucho sus películas”. Los representantes de los medios, que entraron tarde como la noche previa, no hallaban lugar en la sala y se los veía ir y venir más molestos que cuando todavía no entraban.
En el escenario, acompañada por Tony Dalton, Silvia Navarro fue la encargada de conducir el homenaje, aunque con no mucha suerte que digamos: cuando la directora del Festival Internacional de Guanajuato (GIFF, por sus siglas en inglés), Sarah Hoch le indicaba que iba a seguir la proyección de un video para presentar al realizador surcoreano, ella le pedía en los micrófonos a Park que subiera. Dalton era una especie de político bonito y perezoso, nervioso y con un guión que era incapaz de leer; de hecho, su español se asemejaba al de la coreana que no era tan bonita y cuyo nombre ni siquiera preguntamos.
Tras el video de presentación ––en el que se consignaban algunos de los premios y logros que el surcoreano había conseguido en el cine de su país y en el que había imágenes de sus siete cintas, Trío (1997), JSA: Zona de riesgo (2000), Simpatía por el Sr. Venganza (2002), Oldboy (2004), Sra. Venganza (2005), Soy un cyborg (2006) y Sed de sangre (2009), así como de sus cuatro cortometrajes, entre los que destaca Night fishing (“Noche de pesca”, 2011), que tiene una duración de media hora y fue filmado con un iPhone 4––, comenzó un nuevo drama lingüístico: Park Chan-Wook no hablaba inglés, por lo que tuvo que emplear a un traductor coreano que hablaba español como Tony Dalton, es decir, no se le entendía nada.
Como pudo, Park comunicó al público que en sus filmes se contenían sentimientos de obscuridad y tristeza, porque el cine no sólo es para divertirse, si bien dijo que también había una fuerte carga de humor en sus películas. Expresó que desde hace mucho tiempo quería visitar Guanajuato, toda vez que le profesaba amor por la película de Alfredo García cuyo protagonista, es decir, Alfredo García, quiere huir de los Estados Unidos a México, específicamente a Guanajuato (Bring me the head of Alfredo García, “Quiero la cabeza de Alfredo García” (1974), de Sam Peckinpah y protagonizada por Sam Oates, Emilio “el Indio” Fernández, e Isela Vega).
“Alfredo García no logra llegar a Guanajuato, porque antes lo matan, pero yo ya estoy aquí con ustedes”, fue la posible traducción de lo que según el intérprete habría dicho Park. Fuertes aplausos por parte del público, actores y coreanos. Acto seguido, el realizador agradeció a su esposa por estar con él desde el inicio de su carrera, ella se puso de pie y recibió una fuerte ovación y muchas muestras de cursilería, sobre todo del público coreano (Nari no dejaba de suspirar y de marcar varios “¡ah!”, que en español podrían traducirse como “qué bonito”).
Pero el desvanecimiento de la Torre de Babel todavía no llegaba a su apogeo, aún podía elevarse al cubo el drama lingüístico. Sara Hoch subió al escenario para hacer entrega a Park Chan-Wook de la Cruz de Plata, galardón “más cine, por favor” que otorga el GIFF año con año a la máxima figura de cada edición. “Hago entrega de este cruz (sic) de plata”, por su importante trayectoria, aportaciones técnicas e historias que lleven lo humano a sus límites, algo así dijo la directora y fundadora del festival.
El traductor coreano (que después supimos, era el señor Lee) tradujo las palabras para Park, que éste no pareció entender muy bien. Respondió en coreano que muchas gracias, que llevaría a Corea del Sur el ánimo de los mexicanos, y el señor Lee hizo de nueva cuenta la traducción a la lengua española para que Hoch y el público entendiera.
Con todo, por algunos graves segundos que se alargaban nadie parecía entender nada. Al final, sacamos en claro algunas otras palabras de Park: “no podría estar más agradecido por este homenaje, por haber recibido esta invitación”. Sarah Hoch comentó que era la primera vez que el realizador visitaba un país de Latinoamérica.
Roberto Cárdenas, representante del gobernador de Guanajuato y un obscuro regidor que no dijo su nombre, pero que afirmó ir de parte del presidente municipal, Edgar Castro Cerrillo, obsequiaron un tequila y una pieza de cerámica, respectivamente, al director de Corea del Sur (“para que los tenga en su casa”). No obstante, el regidor se negaba a soltar el micrófono e inclinándose como Park lo hacía para darle las gracias por el regalo, le decía “maestro es un honor tenerlo aquí”.
Sarah Hoch pudo al fin hacerse con el micrófono para pedirle a Park que explicara un poco de Sra. Venganza, tercer filme y coronación de la famosísima Trilogía de la Venganza (Sr. Venganza, Oldboy, Sra. Venganza). El señor Lee tradujo, pero Park respondió que estaba por finalizar su último trabajo, Stoker, una cinta que paradójicamente será en inglés y que, por cierto, protagonizarán Mia Wasikowska, Matthew Goode y Nicole Kidman. Luego se despidió dando las gracias.
La mayoría de los que estuvieron en la alfombra roja abandonaron el Teatro Juárez el empezar la película de Chan-Wook. Las sillas no eran tan incomodas como las de un día antes, pero a pesar de ello era cansado no poder moverse en esos palcos de la época porfiriana. Nari y su amiga se abrazaron cada vez que sabían que iba a iniciar una escena de violencia. Tan pronto como empezaron los aplausos, al culminar la película, brincábamos de dos en dos los escalones para no tener que esperar a que todos salieran del recinto. En frente, bajando las escaleras del teatro, Park cenaba con su esposa y otros personajes del festival en un restaurante.