LA OTRA PALABRA EN MÉXICO
Ileana Garma
¿Es posible permitirnos no estereotipar la poesía indígena, no considerarla como exotismo o folclore literario, sino como lo que es: literatura mexicana? Exotismo y folclor son etiquetas que la literatura indígena carga como consecuencia de la herrumbre literaria que dejaron a su paso los documentos indianistas, indigenistas o en lenguas originarias. Obras que siempre fueron la mirada del otro, el extrañado, el de fuera, el que sólo exaltaba el pasado, declaraba la marginación o traducía el pensamiento castellano a lenguas indígenas, sin identificarse con la cosmovisión que implican.
Caracterizamos a los artistas indígenas, creyendo que su único fin es denunciar o exaltar su conciencia étnica, pero ¿es ese el fin de la literatura indígena? ¿Es ese el fin del arte?
Antecedentes de la poesía indígena
Se sabe que los pueblos prehispánicos tenían una producción literaria profunda y abundante. En lenguas maya y náhuatl hay enormes evidencias de esto, e incluso se sabe que a finales del siglo XV tiene lugar en Huexotzinco una reunión de sabios y poetas, cuyo propósito era buscar diversos enfoques sobre el significado de la poesía.
Entre los poetas de los señoríos de Teztcoco, México-Tenochtitlan, la región poblana, la tlaxcalteca, Chalco y Amecameca, por ejemplo, los temas recurrentes son la guerra, la traición, la muerte, el asombro filosófico ante la naturaleza, la vida como un sueño, la amistad, el erotismo. Ante estos temas me pregunto: ¿No todos los pueblos del mundo escribieron sobre esto? ¿Qué tienen de exóticos estos temas para el alma humana? ¿Por qué la alteridad y la falta de identificación con lo indígena?
Habría que reflexionar en torno a la otredad. Todos somos el otro en algún momento. Una mosca frente a un rinoceronte, un rinoceronte frente a un niño, un niño frente a una madre, una madre frente a un anciano vendedor de radios portátiles a las cinco de la tarde, un anciano vendedor de radios portátiles frente a un indígena, un indígena frente a un citadino, un citadino frente a un citadino, un mexicano frente a un mexicano.
Si siempre somos el otro, ¿a qué darle importancia?, ¿bajo qué causas segregar o descalificar?, ¿por qué nos encerramos en nuestro estrecho círculo de tierra en lugar de interactuar con el otro y conocer?
Cuando los frailes castellanizaron a los indígenas, pues los encomenderos ignoraron la proclama de Carlos V que decretó en 1526 que cada indígena conquistado debía ser instruido en sus lenguas originales, los indígenas educados alfabetizaron diversas obras como: Anales de Cuahutitlán, Veinte Himnos Sacros de los Nahuas, Romances de los Señores de la Nueva España, Libro de los Coloquios, Manuscritos de Cantares Indígenas, Códice Sahagún, La Historia Tolteca- Chichimeca, Chilam Balam de Chumayel, Popol Vuh, la Crónica de Hakuk Pech, el Rabinal Achí y el Libro de los Cantares deDzibalché.
De esto nos habla Ignacio Dávila Garibi:
Dejando a ratos (los frailes) la gravedad de sus personas, se ponían a jugar con los niños […], y tenían siempre papel y tinta en las manos, y en oyendo el vocablo al indio, escribíanlo y al propósito que lo dijo. Y en la tarde juntábanse los religiosos y comunicaban los unos a los otros sus escriptos, y lo mejor que podían conformaban aquellos vocablos al romance que les parecía más convenir.
Así se alfabetizaron las lenguas indígenas con trazas pictográficas que los hermanaban más a la escritura china. Lo que sucedió fue que, como dice Ángel María Garibay:
Al pasar al castellano la lengua náhuatl, se sometió a las ventajas que tenía éste, pero también hubo de sufrir sus defectos. Ello era irremediable, ya que el alfabeto castellano no es perfecto. La variación de escritura del castellano fue acarreando en el curso del tiempo una similar variación de la escritura en el náhuatl.
Sin embargo, la Nueva España quiso borrar su pasado literario y los poetas novohispanos se dedicaron a imitar las formas españolas, que en realidad eran italianas. Octavio Paz afirma: “el rasgo más notable de nuestra tradición es el desarraigo”. También decía que “las alusiones al mundo nativo son el fruto de una doctrina estética y no la consecuencia de una intuición personal”.
A partir de este momento surge un número vasto de poetas novohispanos; los indígenas no existen. Con la independencia surge la literatura indianista, no escrita por indígenas, pero que tomaba al indio como símbolo de una identidad propia. La literatura indigenista aparece después, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Ahora pretendía —a pesar de que otra vez no la escriben los indígenas— ser portavoz de las injusticias contra los pueblos indios; aunque esta literatura mezcla la etnografía con el testimonio, sigue siendo una visión externa.
Más tarde los indígenas retoman la pluma y generan textos en su lengua, sin producir todavía literatura indígena, porque su labor es traducir. Piensan y escriben en español para después trasladar sus textos a sus lenguas maternas.
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Ileana Garma (Mérida, Yucatán, 1985) es egresada de la escuela de Creación Literaria de la Sociedad General de Escritores Mexicanos 2007-2009. Entre otros galardones, obtuvo el Premio Nacional de Poesía Charles Bukowski 2008. Le pueden escribir a [email protected]