Han pasado casi 20 años desde que Jessy Bulbo, Ali Gua Gua Gua , Suzy Vox, Jenny Bombo y Tere Farfissa formaran aquel quinteto cuyo sonido garage y actitud punk irrumpía como una patada entre las piernas. Eran las Ultrasónicas y en épocas sin redes sociales ni tendencias políticamente correctas crearon temas icónicos como el softporno Vente en mi boca, así como la independentista Qué Grosero, en la cual se reconoce: “No es que yo no sea una puta, es que corras el peligro de que yo a ti sí te quiera”, rematado con el épico estribillo “vales madre, vales verga”.
Hoy las Ultrasónicas ya no existen y es poco probable que se vuelvan a reunir, “porque entre mujeres es más difícil perdonar”, reconoce Jessy Bulbo en una entrevista exclusiva posterior a su ensayo que diera pie a una tocada del Circuito Indio en Morelia. Mientras prueban el sonido, la también actriz y escritora recrimina (en broma) a sus músicos, pues ellos andan bien tranquilos porque ya fumaron porro y ella está sobria y con unas ganas enormes de dormir, “es raro, comúnmente si toco un sábado la energía se me queda y el cansancio me llega como una semana después”, me comenta antes de que inicie formalmente la charla, que será en un pequeño cuarto del Cactux bar.
¿Ha cambiado en algo la escena de cuando iniciaste a estos tiempos?
No mucho, cuando estaba en el rollo de las Ultras todo era muy parecido: bandas tocando en muchas partes, cosas interesantes y otras no tanto. Tampoco me tocó la época de vender discos pero sí la de la piratería, que ahora ya se acabó debido a las plataformas digitales. Yo nunca saqué discos pensando en vender copias, ¿sabes?, lo hago porque está padre, porque me gusta componer, pero jamás lo he hecho con la idea de vender.
¿Cómo empezaste en todo esto?
Crecí en Tlalnepantla y comencé a ir a los toquines como a los 17-18 años, me lanzaba a ver a Los Psicóticos, al Camposanto, a los güeyes que hacían fiestas por mi casa. Luego me hice novia del bajista de Los Psicóticos y él me presentó bandas de puras chavas, bandas de garage y punk que me gustaban mucho. Él mismo me llevó con quienes estaban formando Las Ultrasónicas y así fue que nos juntamos a tocar. Me ha gustado la onda del rock desde siempre, mi familia es muy rocanrolera, mi hermano mayor es metalero y a mi papá le encanta bailar, así que deben estar muy orgullosos de mí.
¿No crees que le hace falta más rock a esta nueva ola encabezada por Carla Morrison, Natalia Lafourcade o Mon Laferte? Parecieran inofensivas…
Yo creo que son pop, no se me hace que sean rebeldes pero sí son buenas y tienen mucho público porque se lo merecen. No las calificaría como rockeras, sino como mujeres talentosas.
¿Y no hace falta más rock, más guitarrazos y malas palabras?
No creo que haga falta nada que no haya, hay un chingo de chavitas haciendo cosas padrísimas con sus amigas; la rebeldía no necesariamente se tiene que subir al escenario.
¿Cómo te llevas con tu banda? Ahora son puros hombres
Con Aarón y Damián llevo 10 años tocando; tenían la banda Nos llamamos y de ahí se jalaron conmigo y con Alexis, además de Héctor que hoy no pudo venir. Nos llevamos muy bien, rockeamos muy a gusto y nos divertimos mucho.
También eres escritora, tienes ya una novela publicada
Sí, en Ediciones B me invitaron a escribir una historia donde la protagonista fuera una chavita rockera, y aunque no había escrito casi nada de ficción acepté el reto. Fue muy loco porque solo había escrito ensayos en mi época estudiantil, pero cuando terminé Rock Doll quedé muy complacida; no sé cómo me haya quedado pero al menos me sirvió para conocer a mucha gente nueva que se expresa bien de la publicación.
¿Cuánto te tardaste en escribirla?
Lo más difícil fue el inicio; digamos que hasta la página 30 me llevé como 6 meses porque tenía que tomar un chingo de decisiones, pero después todo fluyó rápido hasta que la terminé, ya con las ideas bastante claras.
¿Qué diferencia hay entre escribir canciones y escribir narrativa?
Cuando escribo canciones busco una frase que con tres o cuatro palabras desemboquen en un punchline, en este género tienes un espacio limitado y todo debe explotar rápido, así que hago líneas melódicas y me peleo con la masa para que quede algo que tenga sentido; eso es lo divertido de hacer canciones. Con la novela quise ser precisa, evitar la paja y no abusar de la reflexión, porque eso es lo que hago con la música. Fue difícil, pero lo hice, y ahora acabo de entregar un segundo libro también de ficción pero donde hay mucha poesía, porque trata de un mujer reclusa que escribe sus diarios, y creo que se publica en el primer semestre del año que viene.
Y como si no bastara, debutaste como actriz en El lenguaje de los machetes…
Estuvo muy padre porque también me tocó la suerte de hacer la música. Actuar ha sido uno de los retos más difíciles en mi vida; en el escenario también actúo pero no dejo de ser yo interpretando cosas que me pasan, pero con el personaje de Ramona fue difícil porque no la entendía, me era algo muy ajeno. En los primeros días de rodaje teníamos que repetir y repetir hasta que me saliera con naturalidad y yo me iba a mi casa bien agüitada pensando “pobres, me tienen que aguantar y repetirlo todo 30 veces”, pero luego agarré candela y cuando los editores me dijeron que era una buena actriz no lo creía. Fue muy chido, hasta nos dieron dos o tres premios por ahí.
¿Si tuvieras que elegir entre tocar, actuar o escribir, qué harías?
Lo mío es la música y no me veo renunciando a ello para ser novelista, pero uno nunca sabe, creo que tengo pila para rato, a ver cuánto me dura.
Perteneces a una generación muy identificada, con los Nuevos Ricos en la música, con actrices como Flor Edwarda Gurrola y escritores como Guillermo Fadanelli. Todo explotó hace muchos años y aquí siguen todos…
¡Y Amandititita! Sí, todos somos hijos de Fadanelli y es muy padre que sigamos cada quien en lo suyo. Yo tengo una gran amistad con Julián Lede y María Daniela y hemos vivido muchas cosas juntos; cuando armaron el proyecto de los Nuevos Ricos era como una broma pero de pronto todo tronó como piñata, todo se descontroló.
¿Si Titán regresó, podrían regresar las Ultrasónicas?
Pero los de Titán nunca se pelearon, ahí está la diferencia. Las chavas nos enojamos muy diferente, requerimos demasiadas disculpas para volver a esta juntas; los hombres no, a ellos solo es cuestión de que se les pase el coraje mientras que nosotras queremos tener la razón. Lo veo muy difícil, pero no digo “de esta agua no he de beber”, que tal que sí pase y luego tenga que tragarme mis palabras.