Me llegan recuerdos de cada sábado, cuando sintonizaba a JP Lovecraft en la entonces Radio Michoacán; o de lunes a viernes, en la entonces nueva TV Azteca para ver The Wonder Years. Y aún ahora, cuando ocasionalmente escucho el disco que recomiendo esta semana, un clásico de clásicos: With a little help from my friends, de Joe Cocker.
Por Jorge A. Amaral
Este álbum yo lo pondría en una vitrina a lado de Are you experienced?, de Hendrix; Abraxas, de Santana; Strange days, de The Doors; In a gadda da vida, de Iron Butterfly, y el homónimo de Black Sabbath, por sólo mencionar algunos de los discos más perfectos en la historia del rock, que no son pocos, y es que With a little help from my friends vio la luz en una época prolífica, de grandes coyunturas sociales y culturales, años en que elementos aparentemente irreconciliables se fusionaban para crear cosas fantásticas. 1969, cuando el sueño hippie estaba a punto de terminar.
¿Por qué recomiendo escuchar un disco que de todos modos ya es clásico?, simple y sencillamente porque me encanta, porque por muy popular que sea actualmente el nuevo material de una banda equis, si no me gusta, no tengo por qué recomendar que mis eventuales lectores lo hagan. Y es que desde que ponga el disco, de inmediato la buena vibra se apoderará de usted con Feelin’ alright, una suerte de soul con rumba o una rumba con mucho soul, con mucha alma, cadencia y la voz rasposa de Cocker que siempre fue su sello distintivo, pues eso le daba gran expresividad. El preludio perfecto.
Con un ritmo que sabe a góspel, Bye bye blackbird es una inmersión a la música de una época, pues de inmediato podemos remitirnos a la Bruja Cósmica. Este viaje apenas empieza y promete ponerse aún mejor, pues la producción del disco es impecable, la calidad de cada músico es excelente y la voz del cantante nos lleva por bastos horizontes, lo cual podemos constatar en el tercer track, Change in Louise. En este punto entendemos cómo es que Joe Cocker logró fusionar el espíritu de los primeros cantantes de soul y la esencia de una estrella de rock inglés, pues ese sabor británico, a pesar de la negritud de su voz, nunca se pierde por completo, dado que basta escuchar Marjorine para darnos cuenta de la gran influencia que Cocker tenía de The Beatles.
A ritmo de soul y llevando la interpretación vocal a otro nivel, Just like a woman es de esas baladas que lo ponen a uno con la piel de gallina, una experiencia realmente extraordinaria la de subir el volumen, cerrar los ojos y simplemente escuchar esta canción, cada acorde, cada sonido.
Como para no terminar el viaje, Do I still figure in your life? es de esas canciones que se acercan a la perfección, a las que yo no les pondría ni quitaría nada. Para este momento del disco, quien esto escribe ya subió el volumen, específicamente los bajos, se sirvió el acostumbrado escocés y está plenamente almidonado.
Para romper un poquito, un cambio de ritmo, un cambio de tema, y Sandpaper Cadillac lo logra porque nos saca del cuajamiento provocado por los dos tracks previos, pero sólo como un pausa para lo que sigue, que es sencillamente apabullante: Don’t let me be misunderstood, una de mis canciones favoritas de todo el rock. Una letra sumamente emotiva, un arreglo cargado de sensualidad pura, a flor de piel, pero mucho más sutil que la vil cachondería que Santa Esmeralda le dio a esta canción en los 70. Sin duda uno de los temas del rock con más versiones, cada una con lo suyo, pero la de Joe Cocker, sin temor a equivocarme, simple y sencillamente es maravillosa, la mejor de todas.
Pero si con el track anterior uno puede alcanzar el orgasmo auditivo, con el que le sigue llega el clímax del disco: original de The Beatles en Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, With a little help from my friends es un himno, un canto de gratitud, una de las más grandes canciones que se han hecho en el rock, la cual no sólo engloba el espíritu de una época, sino que resume el sentir de todos quienes sabemos que no hemos estado solos en el camino.
Ese debió ser el último corte del disco pero no, sino que cierra con una original de Bob Dylan, I shall be released, una cereza de pastel que recobra la atmósfera soul y R&B de los primeros tracks, ideal para bajarse del avión, fumarse un cigarro, lavarse la cara y salir de nuevo al mundo.
Por todo lo anterior, From a little help from my friends es un disco de Joe Cocker que hay que tener en el acervo personal.