Por Francisco Negrete Mendoza
A pesar de que confundió a sus seguidores en Twitter escribiendo erróneamente el inicio de su conferencia en la Fundación Juan March de Madrid, el escritor mexicano Jorge Volpi inició puntual a la hora oficial (19:30) una charla, con un aforo a medias, que tituló “Yo soy ella. La novela como experimento mental”, en la que reflexionó, desde un punto de vista literario, psicoanalítico y científico, acerca del poder que tienen las novelas para hacernos experimentar otras vidas, para probarnos en otros ambientes, para sentir nuevas emociones y para descubrir las múltiples personalidades que alberga cada uno.
A lo largo de su intervención, subrayó que una novela no se debe interpretar como un entretenimiento superficial, sino como un proceso de aprendizaje y como un espacio que nos permite convertirnos en otros.
Explicó elementos claves para entender la mente humana, a la que calificó como “una máquina que hace futuros para saber actuar en consecuencia”, y, en ese sentido, concluyó que las novelas literarias son una transformación cultural de esa capacidad. Definió al “yo” como “un conjunto de ideas que se ven a sí mismas” y matizó que cada uno vive o trata de vivir la mejor versión de sí mismo (“yo soy mi mejor novela”).
También habló sobre el concepto de lo que se conoce como “Zombie filosófico”, idea que concibe que uno es sólo consciente de su propia consciencia y no la de los demás. Como ejemplo, bromeó sobre que nosotros, el público, podríamos ser zombies filosóficos en potencia y que él en ese momento era el único en todo el fórum que no lo era porque estaba consciente de su propia consciencia y no la de nosotros. Se río, pero, al parecer, al público no le hizo gracia su comentario porque como respuesta obtuvo murmullos que sonaron negativos.
En la primera parte de la conferencia no se despegó del atril y no dejaba de mover sus manos y de acomodarse las mangas de su saco negro, como si estuviera nervioso o se sintiera inseguro. Pero poco a poco fue adoptando un timbre, un tono y unos tics de profesor (a veces nos hablaba como si fuésemos unos alelados) que le serán familiares (ha declarado a diversas entrevistas que lo que más le gusta es dar clases y escribir) y consiguió transmitir naturalidad a partir de ahí. Ya con un aire resuelto, se paseó por la tarima y citó a Octavio Paz (lógico, Volpi es descendiente literario directo, después de Carlos Fuentes, de nuestro único Nobel) y a Gustave Flaubert (pronunciando su nombre con un marcado acento, signo de los años que vivió en París).
Enlazó la conferencia con el contenido de su última novela recién publicada, La tejedora de sombras, ganadora del Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta-Casamérica 2012. En ella, Jorge Volpi se mete en la piel y en la mente de Christiana Morgan, una mujer adelantada a su tiempo que luchó, desde el estudio del psicoanálisis, para liberarse de los patrones masculinos que la dominaban. Fue amante del también psicólogo Henry Murray, y alumna de Carl Gustav Jung (fundador de la escuela de psicología analítica y autor de El libro rojo y Siete sermones a los muertos), que la consideró como la manifestación perfecta de lo femenino, cuya función consistía en actuar como una musa de los grandes hombres, y le llegó incluso a espetar que las mujeres sólo tenían dos opciones: criar niños o criar hombres.
Sin tanda de preguntas (decisión que encontré adecuada), Jorge Volpi finalizó acertadamente su intervención concluyendo que “aprendemos sobre nosotros mismos sometiéndonos a otros escenarios. Por tanto, las novelas nos hacen más complejos y más humanos”.
Para escuchar la conferencia completa, pincha aquí.