Infinita euforia
Por Gonzalo Trinidad Valtierra
Me dicen el nombre. Me preguntó quién puede ser. Escucho un par de comentarios como está increíble la exposición… Me voy haciendo a la idea de que debo ir a más museos.
Después de todo vivo en “la ciudad de los museos” y “la ciudad de los palacios”. Y la ciudad simplemente se aferra a aniquilarme. Los museos y los palacios de la imperial Ciudad de México me tienen sin cuidado.
No me enteré, hasta que fue demasiado tarde, de la exposición de Yayoi Kusama en el Tamayo. Después de un breve chapuzón en el internet puedo decir: ahora sí conozco el nombre. Unos cuantos datos más y comienza a adquirir una dimensión distinta. La biografía de Wikipedia incluye:
- 22 títulos de consulta bibliográfica, aunque es probable que haya contado mal y sean más.
- 59 referencias, que sí conté bien porque están numeradas.
- Seis menciones de su influencia en la cultura popular, incluida la totalmente sobrevalorada Yoko Ono.
- Un estudio sobre su obra, La creación de una visión femenina del mundo… con eso basta para jamás consultar dicho estudio.
- Cuatro enlaces externos, que no consulté.
- …una artista y escritora japonesa, esta línea me obliga a desconfiar aún más de los artistas y los escritores de países totalmente ajenos a mi realidad.
Una vez construida mi idea de esta japonesa, con ayuda del internet, seguí preguntándome por qué de pronto se volvió tan popular y adquirió relevancia entre las personas que acostumbran ir a los museos y las exposiciones. Pero antes, tendré qué decir algo más sobre mis hábitos museísticos. Cuando voy lo hago solo. Cuando voy acompañado lo hago por una razón: bebidas y canapés gratuitos en las inauguraciones. Nunca he visto una sola obra de arte en una inauguración, a menos que el mezcal pueda considerarse a) parte de la exposición y b) obra de arte.
Obsesión Infinita.
Dos palabras que la gente aprecia mucho a la hora de ver una expo.
Según la ficha técnica que consulté en la página del Museo Tamayo: es la primera muestra retrospectiva en América Latina de una de las artistas japonesas más relevantes de nuestro tiempo. ¿Y por qué yo no sabía de su existencia? ¿Qué clase de inadaptado e inculto soy? Yo, que tengo autores japoneses entre mis predilectos (no incluyo a Murakami) …que incluyen pinturas, trabajos en papel, esculturas, videos, slideshows e instalaciones.
Otro fragmento de lo que me perdí. Visto de esa forma no es tan grave. Videos los hay de sobra y en la Pirate Bay se consigue de todo. Instalaciones, la mayoría de estas cosas me parecen causa de la narcolepsia. La pintura la tengo en muy alta estima, pero mis pinceles de cabecera me dan lo que necesito y no siento que me haga falta una japonesa.
En concreto. Me pregunto si parte de la euforia por ir a la expo de Kusama se debe a la necesidad de consumir productos culturales a mansalva, aunque estos a primera vista no provoquen un movimiento íntimo y genuino en el alma de las personas. Porque, a mi manera de ver las cosas, un cuarto lleno de puntitos de colores sólo me provocan la sensación de padecer alguna enfermedad ocular. A lo mucho me recuerdan alguna pobre experiencia psicotrópica. Si a eso le sumamos el performance y las instalaciones no siento que me haya perdido gran cosa.
El hecho de que un artista visual tenga influencia sobre un sector de la cultura de algún país muy pero muy lejano, no significa que sea un gran artista. Ni siquiera significa que sea lo que dice ser.
Asistir compulsivamente a exposiciones y conciertos sólo porque es “cultura” tampoco significa que por arte de magia un cambio fantástico acaezca en la mente de las personas. Tampoco las vuelve más interesantes. Ni siquiera menos desagradables. Es probable que trabaje de manera opuesta a como la idea popular de la cultura es entendida.
La cultura es un estorbo. Que quede claro.
Al menos esa clase de cultura de galería y exposición.
Para que realmente haya un cambio en el alma de las personas hace falta un esfuerzo sobrehumano. Y, después de investigar y leer reseñas serias sobre Kusama, mantengo mi postura, no me he perdido de nada.