Después de ver el tráiler de La farsa (Mascarade, 2022), lo primero que me vino a la mente fue el caso de los amantes Peter Schmitt y Aurore Martin. Eran un par de vividores europeos que en los años noventa asesinaron a sus respectivas parejas para apropiarse de sus bienes para posteriormente huir a los Estados Unidos. Los protagonistas de lo más reciente de Nicolas Bedos no llegan a tanto, pero no por eso son menos crueles.
Adrien (Pierre Niney) es un aspirante a bailarín que debió renunciar a sus sueños debido a un aparatoso accidente de motocicleta. Desde entonces sobrevive sin mucho éxito haciendo labor de gigoló. Margot (Marine Vacth), es una joven impulsiva que se dedica a esquilmar a maduros adinerados. Cuando ambos coinciden en una fiesta se vuelven inseparables. Juntos traman un plan para enamorar, él a una veterana actriz y ella a un exitoso empresario inmobiliario. Pero en este juego de engaños las cosas no siempre son lo que parecen y la impetuosa Margot terminará, como lo vemos al inicio del filme, con una bala alojada en el cuerpo.
La historia se cuenta a partir del juicio que sigue al crimen. Cada uno de los implicados, familiares, empleados, falsas amistades y abogados contarán su versión de los hechos, en ese sentido, el juicio, con todo y sus apuntes humorísticos, sirve como hilo conductor de la película.
Te puede interesar:
Todo sobre el My French Film Festival
El guion del propio Bedos se aleja de las relaciones de pareja marcadamente sentimentales que vimos en Mr & Mme Adelman (2017), así como en la extraordinaria La belle époque (2019). A diferencia de las anteriores aquí todo parece girar a partir del deseo, esa pasión desbocada que hace que un matrimonio aparentemente estable se caiga a pedazos y que una astuta actriz baje la guardia ante los mimos de su descarado amante.
Gracias a su relación con el mundillo artístico, Bedos ha podido recoger anécdotas de gente rica y famosa que sucumbe antes sus deseos más apremiantes. Con esas imágenes en mente nos sitúa en ese mundo de apariencias que es la Riviera Francesa, esa de la que Somerset Maugham decía “la Riviera no es solo un lugar soleado para gente sombría”, una cita ligeramente modificada por el cineasta y que aparece como imagen de apertura de la película.
Este ambiente soleado y superficial es también un excelente caldo de cultivo para la ambición. La brecha no es solo económica sino también generacional. Hombres y mujeres maduras que tienen acceso a las mejores propiedades, autos, vinos y que además pueden comprar la compañía de aquellos que aspiran a una tajada de sus bienes. No hay compasión en ninguno de los extremos y el choque es algo más que una lucha de clases.
También lee:
Las mejores películas del 2022
Aunque por momentos bordea peligrosamente los límites de la saturación, lo cierto es que Nicolas Bedos mantiene precariamente el equilibrio como un auto que se mueve a exceso de velocidad por una carretera panorámica de la Côte d’Azur. También tiene su mérito el reparto, conformado por actores de primer nivel: Isabelle Adjani, François Cluzet, Emmanuelle Devos y Charles Berling, además de los ya citados. Juntos, director y elenco han madurado una película ágil y muy entretenida, con un pie en la realidad de los baratos cuartos de alquiler y otro en ese mundo casi de fantasía de las grandes mansiones al borde del mar.