En un año escaso de propuestas interesantes en cartelera, sorprendió la presentación de Voraz (Grave, 2016), ópera prima de la directora y guionista parisina Julia Ducournau. La cinta, que llega con una distribución limitada al circuito de arte por cortesía de Cine Caníbal, tuvo su estreno mundial en el Festival de Cannes, concretamente en la Semaine de la Critique, prestigiosa sección paralela del certamen, en donde la crudeza de algunas de sus escenas no dejó indiferente a la audiencia. Previamente pudo verse en la capital michoacana en la pasada edición del FICM, siendo una de las películas francesas más comentadas del evento.
La película que cuenta con el guion de la propia Ducournau, se sitúa en la facultad de veterinaria a la que llega a estudiar Justine, una chica estudiosa, tranquila y fervientemente vegetariana. El acoso y las novatadas por parte de los alumnos de grados mayores, entre los que se encuentra su hermana, detonan en Justine un creciente e insaciable apetito por la carne cruda, sin importar su procedencia, despertando de esta manera su verdadera naturaleza.
El origen de Voraz podemos encontrarlo en el trabajo previo de la cineasta francesa, el cortometraje Junior (2011), en el que se muestra el paso de la adolescencia a la edad adulta, su desarrollo físico y la conciencia de su feminidad, de la misma Justine, interpretada en ambas ocasiones por la joven actriz Garance Marillier, que al igual que Ella Rumpf, quien hace el papel de su hermana, debutaron en la pantalla grande con el primer largometraje de la cineasta francesa.
Mucho se habló de que muchos espectadores abandonaron la sala o solicitaron algún tipo de atención médica tras las primeras exhibiciones del filme en festivales debido a su fuerte contenido gráfico. Pero el trabajo de Ducournau va más allá del tremendismo, explora con gran acierto un tema repulsivo como la antropofagia en un entorno de fuerte alienación estudiantil y un ambiente familiar represivo. En ese sentido, el canibalismo cumple el papel de agente liberador después de una profunda metamorfosis física y sexual de la protagonista. Pero esta reacción agresiva presenta una peculiaridad moral en Justine: la resistencia a hacer daño a las personas que ama, creando un dilema entre satisfacer sus deseos primarios o controlar sus oscuros impulsos.
La cinta de Ducournau se nutre de elementos sutiles para darle coherencia a su planteamiento, el salvajismo de las novatadas universitarias (las cuales despiertan la antropofagia latente), el vegetarianismo impuesto (visto como un componente represivo), así como el espacio físico de la facultad de veterinaria, en donde la observación de cuerpos inertes es relevante, proyectando además una imagen de crudeza y bestialidad que se manifiesta cada vez con más fuerza entre las hermanas. Justine no solo comparte el nombre con el personaje ficticio creado por el Marqués de Sade, también rehúye a su buen comportamiento y abandona su carácter virginal para dar rienda suelta a su despertar sexual.
Voraz es uno de los grandes filmes de género que se verán en este año en cartelera. Hipnótica, bella y brutal, sostenida tenazmente por un par de notables interpretaciones femeninas, nos permite aventurarnos en un relato plagado de alegorías, más allá de su espectacular y escalofriante componente visual. Indudablemente es una gran recomendación, aunque no apta para espectadores susceptibles.