Comienzo esta reflexión utilizando una palabra de moda, pues gracias a la FIFA y su doble moral, lo de “puto” se ha repetido más veces que en una noche de bar mientras suena Molotov, esa vieja banda de rock que recién editó un disco que no es malo, sino lo que le sigue.
Pero este artículo no trata ni del supuesto insulto en las tribunas ni tampoco del cuarteto chilango; dejemos esos temas para después porque ahora me quiero enfocar en algo que, en verdad, me tiene mortificado, como dirían las tías cotorronas que de todo se alteran. Me refiero a la terrible escritura que a diario leo en todas partes, lo mismo en un puesto callejero que en las redes sociales. Lo primero es comprensible: a la vuelta de mi casa hay un local que ofrece la “compra y benta de ilantas”. No conozco al dueño, pero puedo adivinar que no tuvo acceso a un nivel educativo básico y por eso escribe de esa forma. O tal vez él no lo escribió, quizá fue el chalán, pero da lo mismo. En cualquier caso, ningún letrado o universitario se dedicaría a vender y comprar llantas usadas en el rincón de una colonia popular… ¿o sí?
Lo segundo es ambiguo: las redes sociales son casi tan democráticas y accesibles que personas de cualquier estrato socioeconómico (casi) pueden hacer uso de ellas. Los más ricos desde su smartphone, los pobres desde un cibercafé de a cinco pesos la hora. Es en las redes sociales donde a diario se escriben millones de cosas con muy mala ortografía, para ya no hablar de sintaxis o redacción.
Lo que a mí me exaspera es que en estos espacios digitales se haga evidente la pobre educación que tenemos en México. Minutos antes de escribir esto, vi que en Facebook un sobrino mío (a quien aprecio de sobremanera) celebró el haber aprobado su examen en el Ceneval para ingresar a la universidad. Escribe: “Queretaro hay vamos!!!”, y en otro post es más descriptivo:
“Amig@s y compañer@s es una lastima ya no poder despedirme de ustedes es un orgullo averlos conosido como amigo y como compañero aunque no con todos termine bien quiero agradecer todos los grandes momentos espero algun dia volver y verlos y platicar de nuestra vida gracias por ser parte de la mejor etapa de mi vida nos vemos algun dia gracias triunfen y asta luego”
Yo quiero suponer que en algún momento de su formación académica, a este muchacho le explicaron la diferencia entre “ahí” y “hay”, que alguno de sus profesores le mencionó que palabras como Querétaro se acentúan, que no es lo mismo “lastima” que “lástima”, que es “haberlos” y no “averlos”, que no se escribe “conosido” sino “conocido”, que un pequeñito acento hace distinto a “termine” y “terminé”, y sobre todo que existe una enorme, brutal y gigantesca diferencia entre asta y hasta.
Pero dejemos a un lado la deficiente preparación que al menos en reglas ortográficas ha recibido este joven que recién terminó su preparatoria. Aquí lo que debe alarmarnos es cómo diablos pasó la evaluación del Ceneval si no sabe escribir ni su nombre. La respuesta, amigo lector, es de lo más sublime: el chaval posteó una imagen (borrosa, tampoco es muy bueno para tomar fotos) con el documento que lo certifica como aspirante aceptado, un papel expedido por la Universidad Politécnica de Querétaro. En él se lee que este instituto ha implementado el nuevo sistema de admisión que “integra el exámen EXANI III CENEVAL y el exámen de orientación vocacional”.
Si quienes se encargarán de darle una formación universitaria a este mexicano ignoran que examen no lleva acento en ninguna parte, entonces todo esto es un maldito chiste.
Mi conclusión es (permítanme ponerme chairo) que a nuestro sistema económico no le interesan minucias como la ortografía. No sé qué carrera va a estudiar mi querido sobrino, creo que será alguna ingeniería porque le gusta arreglar computadoras. Bajo la lógica de un mercado capitalista, aquí importa que efectivamente sepa reparar máquinas, que cuando detecte un virus en una laptop en verdad pueda eliminarlo; que aprenda a instalar programas, a destapar computadoras de escritorio y si se especializa, sea capaz de trabajar con sistemas más complejos. ¿Por qué entonces necesita tener buena ortografía? ¿Le servirá de algo saber dónde van los acentos cuando le es más útil conocer de chips?
¿El Ceneval incluye un apartado de ortografía? Sí, y nuestro muchacho, (comenta en su muro ante la observación a sus yerros) lo aprobó con 8.3, y agrega que si escribe así en su muro es porque lo hace con mucha prisa, de rapidito.
Joder, me ha dejado sin palabras ni argumentos. ¿Si tienes prisa es más fácil escribir “averlos” que haberlos? Si eso lo aplicara a su carrera, en vez de eliminar el virus a una computadora le va a poner un troyano de antología, y cuando el cliente regrese a reclamarle le dirá: “oh, perdón, es que lo instalé de prisa, de rapidito”.
Otro mal de males entre la tribu mexicana es que nos cuesta un mundo aceptar que somos malos para algunas cosas. Si este facebukero fuera honesto, solo diría que no sabe escribir bien, que nadie lo ha reprobado por ello, y que le importa muy poco. Pero en cambio, expone un argumento absurdo y pone como pretexto al tiempo.
Como si el tiempo fuera determinante para poner o no una pinche hache.
Imagen: Tomada del sitio de la Librería Gandhi.