El diseñador estadounidense Tom Ford es ampliamente reconocido en el mundo de la moda, incluso recientemente desató una polémica con Donald Trump debido a unas declaraciones que hizo respecto a la actual primera dama. Pero los intereses de Ford no giran únicamente en torno a las pasarelas, desde hace algunos años decidió incursionar en el mundo del cine con su compañía productora Fade to Black con la que rodó su largometraje debut Un hombre soltero (A single man, 2009).
Hace apenas unos meses se presentó en el Festival de Venecia su segunda película: Animales nocturnos (Nocturnal animals, 2016), en el certamen italiano se alzó con el León de Plata (premio que se entrega al mejor director), mientras que en la reciente entrega de los Globos de Oro tuvo tres nominaciones, de las cuales se llevó un reconocimiento para el actor Aaron Taylor-Johnson como mejor actor de reparto. Pero a pesar de su palmarés y de contar con un elenco de actores de renombre, la cinta no despegó en la cartelera, reuniendo poco más de diez millones de dólares (de los veinte que costó), desde su estreno en noviembre. Queda claro que el estilizado thriller de Tom Ford no logró cautivar a los espectadores estadounidenses.
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El guion de Animales nocturnos fue escrito por el propio director y está basado en la novela “Tony and Susan” del escritor neoyorquino Austin Wright, publicada originalmente en 1993 (en español está editada por Salamandra con el título “Tres noches”). La película nos presenta a Susan, una adinerada galerista que está atrapada en un matrimonio insatisfactorio. Un día, recibe por correo un texto escrito por su primer marido, Edward, hombre con el que no tiene contacto desde hace veinte años. En la novela, Susan encuentra una serie de situaciones que inmediatamente interpreta como referencias a su efímera relación con Edward, lo que la lleva a cuestionar las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida.
La película está contada a la manera de una historia dentro de otra, ambas avanzan de manera paralela, aunque comparten un común denominador: la venganza, que es ejecutada por los dos personajes que interpreta el actor Jake Gyllenhaal. La utilización de un texto literario para comunicar el rencor primero y la superación de la pérdida después, es un elemento que aporta frescura a la narrativa fragmentada, pero que en ningún momento pierde cohesión.
El aspecto visual del filme es muy atractivo, sobre todo los segmentos en donde aparece Amy Adams, cuyo personaje enfrenta su insomnio con melancólica frialdad. El director emplea cierto desdén para retratar la frivolidad de sus protagonistas, que viven rodeados de ropa costosa (aunque parezca increíble, Ford no quiso diseñar ninguna de las prendas), así como numerosos ejemplos de arte contemporáneo (gran parte de ellos provenientes de la colección privada del cineasta y diseñador).
Aunque hay quienes la acusan apoyarse más en la forma que en el fondo, Animales nocturnos es algo más que un thriller elegante, es también un drama gélido pero que en ningún momento pierde intensidad. Es un filme bellamente retratado e ingeniosamente estructurado, que premia la audacia de aquellos que no olvidan y buscan revancha.