La música de Lázaro Cristóbal Comala es de una transparencia desértica, llena de polvo, repleta de historias y vivencias, navegando entre el son, el blues, o simplemente canciones a pura guitarra cargadas de letra. El proyecto musical del oriundo del estado de Durango ha entregado los trabajos «Canciones del ancla», «Samuel», y el más reciente, «Belmont», entre algunos otros.
Johnny Cash dijo alguna vez que sus brazos eran muy cortos para boxear con Dios; ¿cuántos rounds le aguantarías al hombre de las barbas largas?
Con Dios pelearía pero en la calle. El box tiene demasiadas reglas como para no permitirnos hacerle a Dios todo lo que se merece si lo tuviéramos enfrente.
De son y polka, de indie y folk, de poesía y Manhattans; ¿de qué más está hecho Lázaro Cristóbal Comala?
También de lo contrario a todo eso. He pasado más tiempo y he convivido más con veladores, guardaespaldas, reporteros, cargadores, secretarias y conserjes que con pintores, poetas y músicos. Llevo más tiempo de empleado que de músico; y quizá por eso estoy más hecho de eso.
Saltan a la vista nombres como el de Emil Cioran, Reinaldo Arenas, o incluso la referencia a Comala, ¿qué otros nombres figuran en tus obsesiones literarias?
Me gusta Carver, Jorge Ibargüengoitia, Rosario Castellanos, Marguerite Yourcenar.
Pareciera que la vehemencia en tus canciones aparece casi siempre acompañada de una guitarra únicamente, a lo Townes Van Zandt, ¿es esta tendencia una postura?
Una mala postura porque siempre termino con dolor de espalda tras tocar. Compongo las canciones únicamente con guitarra. Las grabo con ella como base y dependiendo de lo que dicte la canción la dejo solo con guitarra o con más instrumentación. Pero sí, para componerlas y tocarlas me arrojo solo con la guitarra.
Dice Pascual Reyes que se tiene que picar piedra con un tenedor de plástico, ¿qué marcas te ha dejado el andar?
De todas las posibles. Ando y se van personas, se sueltan; me sueltan. Suelto. Se quedan algunas, llegan otras. Se va una casa, luego otra. Ahora no busco que me marque nada y menos moldear o crear algo a partir de esas marcas; estoy en silencio. Antes no podía cruzar ni una cuadra sin que me saliera una canción, un disco entero. Lo malo es que uno piensa o cree que está condenado a siempre andar, a siempre hacer. Yo me quiero detener un rato.
¿Cuántas son demasiadas rancheras; cuántos demasiados blues?
Mis órganos vitales son un vecino enojón que llama a la policía por el ruido y la fiesta y el madrugar. Y a veces cortan la luz de toda la cuadra para que me vaya a dormir. A veces me voy a dormir, otras me quedo hasta la mañana y le sigo con la dieta de José José.
En este país de titulares en la prensa tipo «Ola de violencia» y «Jornada sangrienta», ¿cómo no involucrarse; ergo, cómo es que permea en tu trabajo?
En mi caso, y en el contexto en el que vivo (en Durango), esos titulares generalmente hablan sobre actos y tasas y números de suicidios. La terrible posición que tiene mi estado en esos índices. Respecto a la depresión y el suicidio, Durango no tiene olas ni jornadas; tiene estados permanentes. En mi caso algo así no permea, sino que se vuelve todo y el único discurso.
¿Qué opinión tienes de la política actual en México?
Ninguna relevante.
El último trabajo de Leonard Cohen fue un manifiesto, una despedida, ¿crees que en cada disco debes estar preparado?
Preparado para morir, no; preparado para hablar ya no solo de la muerte como una idea sino de TU muerte, no creo que nadie esté tan preparado como Cohen; y aun así, estar “preparado” no implica hacer un disco como él lo hizo. No creo que nadie sea capaz jamás de escribir algo como “Leaving the table”.
¿El texto antes que todo?
En mi caso, es lo que inicialmente siempre me engancha, pero no funciona conmigo como una especie de discriminación o “filtro” para lo que me gusta escuchar. Quizá eso de “el texto antes que todo” lo uso solo como regla para componer; para escuchar a otros no.
“Canciones del ancla” es un trabajo extenso; aparece “Belmont” para levantar la mano. ¿Qué es “Belmont” para Lázaro Cristóbal Comala?
A grandes rasgos, es con lo que más me gustó salir después de mucho tiempo encerrado tanto en mi casa como en el estudio. Paradójicamente, y en un sentido más personal, espero que sea lo último que me haya arrebatado la canción a costa de mi salud emocional, física y sobre todo a costa de mi propia vida y mi relación con las personas que amo. Un proceso así no lo vuelvo a hacer.
Compártenos una playlist para una noche de mezcales.
La verdad es que no soy mucho una persona de Spotify y menos de playlist, no sé hacerlas ni escucharlas. Soy más de escuchar discos enteros. Quizá, en esa misma recomendación podría ser Roberto Carlos, Chavela Vargas, Miguel Bosé, Leonardo Favio.
¿Tu presentación del 24 de marzo pasado en Morelia?
Tengo un cariño muy lindo con Morelia gracias a Walter y a Axel. Siempre me han recibido con mucho cariño y en pocos lugares como ahí siempre me siento mejor que en casa.