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Literatura y narcotráfico o la impotencia del Estado

ALGÚN DÍA MI GATO COMERÁ SANDÍA

Omar Arriaga Garcés

El vínculo entre el bajo mundo de Hong Kong, sus traficantes de opio trepados en juncos, y el mundo moderno de rascacielos y compañías trasnacionales extranjeras, en cuyas manos parece cifrarse no sólo el destino de una nación, constituye uno de los elementos más sugestivos de La casa noble, novela de James Clavell cuyo contexto, pese a tratarse de una obra literaria (cierto, con alguna pizca de veracidad), recuerda el estado de cosas que se vive en México a causa del narcotráfico, pero, obviamente, también del gobierno.

Hay ya quien compara la situación de México con la que padeció China durante la Guerra del Opio, cuando una violencia sin fin aparente fue desatada por los traficantes, primero, y por el imperio británico, después, al solapar a éstos, frente a la incapacidad de contención de las autoridades chinas.

Es evidente que el narco ha alcanzado niveles de filtración inimaginables, al grado de que a México ya se le considera una Narconación, como denota Daniel Barrón en el número 72 de La tempestad. De forma parecida, Alfredo Villeda, periodista de Milenio, ha consignado en El narco-Leviatán, un texto de Fusilerías, que México no es un estado fallido, sino un estado narco, de ahí el nombre de su columna en la que utiliza la designación de Thomas Hobbes (1588-1679) para referirse al Estado mediante la figura de este monstruo bíblico: “La multitud así unida en una persona se denomina Estado”, cita.

“La sola estadística de ejecuciones confirma la vigencia de Hobbes, quien decía que el miedo a la violencia está en los orígenes del Estado, y por eso Leviatán surge como superación de la situación de guerra, pero en virtud de una alienación colectiva de los derechos individuales que quedan en poder de un soberano”. Villeda profiere que la soberanía de Leviatán (aunque haya sido adquirida por la violencia o el fraude, como mucha gente cree que ocurrió con el gobierno federal de Felipe Calderón), debe ser reconocida por los súbditos a los que resguarda y de quienes consigue su legitimización… Cabe preguntarse si hoy el Estado sigue manteniendo la legitimidad por aquiescencia de la mayoría de la gente a la que gobierna.

Un punto de concordancia con la novela de Clavell (de la que, por cierto, hay una miniserie protagonizada por Pierce Brosnan) es la modernización de la estructura del comercio ilícito, “comparada con los organigramas de los grandes corporativos de la era global”, afirma Villeda, quien refiere que los jóvenes narcos ahora son enviados a prestigiosas universidades extranjeras para su educación, como ocurre en La casa noble con los hijos de los antediluvianos traficantes chinos. Pero las semejanzas no sólo aparecen en la línea temática, pues la literatura de contrabando no es algo nuevo en nuestro país.

Barrón indica que como documento literario, o punto de partida para la creación estética, casi todo lo dicho sobre el narco es superfluo, ya que (como Sandra Ávila Beltrán, la reina del pacífico, expresa en una de las entrevistas con Julio Scherer) quienes escriben literatura narca son “turistas” en una realidad que les es ajena.

“Al reproducir la violencia y retratar con detalle la vida del narco, los autores corren el riesgo de romantizar esa vida… Las narconovelas promueven dos imposturas… igualan sufrimiento y virtud… ilegalidad y rebeldía. El bandido social está a punto de convertirse en revolucionario en el imaginario popular. El resultado es un nihilismo blando, peligrosamente cerca de lo que entendemos por resignación”, afirma Barrón en su artículo.

Retorno literario al siglo XIX, retroceso artístico, político y social. Percepción y educación: es el sentido de los hechos lo que importa y debe importar, no su reproducción masiva. Antes de la caída de un imperio, hay guerra civil, narra Amin Malouf en León, el africano. La lucha entre poderes emergentes es una constante de los gobiernos que agonizan; nuevo punto de concordancia con La casa noble. Tras 71 años más 6 más 4 de calderonato, para Ricardo Ravelo, reportero de la revista Proceso, con más de 20 años en medios y especialista en temas del narcotráfico, una solución al problema “no está exenta de la negociación con un cártel”.

En las novelas, las más de las veces el lector conoce el final; en La casa noble, por ejemplo, Struan gana su guerra fiduciaria, sale bien librado de algunos enredos y trampas, y mantiene la potestad de la compañía gracias a una serie de arreglos y maniobras de toda índole. Sin embargo, en el caso del narco y las autoridades mexicanas no podemos saber el fin de la historia.

omarastrero@hotmail.com

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