La nueva entrega de Quentin Tarantino, Los 8 más odiados (The hateful eight, 2015), ha generado una andanada de comentarios encontrados, algo que de entrada era de esperarse debido al estilo del creador de Perros de reserva (Reservoir dogs, 1992).
Desde el título, Tarantino lo celebra como su octavo largometraje (obviamente no toma en cuenta la comedia My best friend’s birthday de 1987), una clara referencia, al menos en el nombre, a la obra más conocida de Federico Fellini. La película tuvo un estreno limitado para proyectores analógicos, mientras que la presentación para salas digitales tiene una duración de dos horas y cuarenta y siete minutos, casi veinte menos que la versión original (aunque parte de ese tiempo es un intermedio). La cinta quedó fuera de las principales categorías de premiación de los Oscar (algo que no ayudó mucho a la venta de boletos en Estados Unidos), obteniendo solo tres nominaciones: mejor fotografía y banda sonora, así como para Jennifer Jason Leigh como actriz de reparto.
El guion escrito por el propio Tarantino no ha estado exento de polémica; el cineasta demandó en 2014 a un sitio de noticias que publicó un enlace para leer el texto de 146 páginas. Tras la cancelación inicial del proyecto, finalmente decidieron llevarlo a la pantalla, con algunos cambios sustanciales (dicen ellos) respecto al texto original.
Ubicada en las heladas montañas de Wyoming en algún momento después de terminada la Guerra Civil, la cinta nos presenta a un grupo heterogéneo de maleantes que viaja en una diligencia. El mal tiempo los obliga a pasar la noche con otros desconocidos en un refugio perdido en la sierra. Ahí, en ese claustrofóbico lugar, la desconfianza y la naturaleza violenta de los parroquianos terminarán, como era de esperarse, en un terrible baño de sangre.
Inicialmente la cinta estaba concebida como una secuela de Django (2012), pero Tarantino se decidió crear una historia distinta inspirada en La cosa del otro mundo (The thing, 1982), una de las obras más conocidas de John Carpenter. Buena parte de los actores ya estaban en la mente del director mientras redactaba el texto, aunque para el personaje femenino hubo de barajar varias opciones antes de decidirse por Jennifer Jason Leigh. Mucho se habla de la fotografía y la banda sonora: en cuanto a la primera, fuera de las escenas filmadas en exteriores, al final se ve limitada por el confinamiento de sus personajes, mientras que la música de Ennio Morricone es puntual y cumplidora, pero está lejos de convertirse en una de las más recordadas del afamado compositor.
Los 8 más odiados contiene varios de los elementos característicos del cine de Tarantino: una gran cantidad de personajes de dudosa reputación y espectaculares escenas de violencia gratuita, sin dejar de lado los diálogos ingeniosos y las réplicas chispeantes. Aunque el contexto histórico y los distintos orígenes de sus personajes sugieren una posible alegoría de la conformación de Estados Unidos como nación (la asociación de dos de sus personajes y la lectura de una carta presumiblemente escrita por Abraham Lincoln, apuntan hacia esa idea), lo cierto es que el aparente planteamiento es tan tibio y escueto que difícilmente puede tomarse demasiado en cuenta.
Así las cosas, Los 8 más odiados se sitúa definitivamente en la esfera del entretenimiento por más que busquemos segundas o terceras lecturas. La cinta funciona mejor cuando se le ve como un relato típico de misterio, además de que contiene las dosis de violencia y humor negro necesarias para dejar satisfechos a los seguidores del cineasta. Podemos asegurar que está lejos de situarse entre sus mejores trabajos pero tiene lo suficiente para mantener la atención del espectador asiduo de la filmografía de Tarantino, aunque queda la duda: ¿eran realmente necesarias sus casi tres horas de metraje?