El 15 de agosto de 1977 se grababa en los estudios de New Vista Productions Los Lobos del Este de Los Ángeles (Just another band from East L.A.), un disco que no tuvo gran repercusión a nivel comercial pero que marcaría el inicio de una leyenda.
Por Jorge A. Amaral
Estimado lector, sírvase un tequila o un mezcal y deje le platico algo:
En la década de los 70, con Reagan en la gubernatura del estado de California y con el movimiento chicano en todo su esplendor, pues desde hacía décadas venían luchando por sus derechos tanto laborales como civiles, Luis Torres había venido haciendo documentales sobre los hispanos en Estados Unidos, sobre la cultura chicana, sobre las tradiciones mexicanas que aún conservaban, sobre la cada vez mayor presencia de los mojados en el campo y la industria norteamericanos y sobre algunos luchadores sociales que trabajaban por la dignificación de este sector poblacional.
Como parte de ese trabajo fílmico conoció a un grupo angelino que se hacía llamar Los Lobos, que en aquel entonces tocaban música del folclor mexicano en fiestas particulares, eventos estudiantiles y actos políticos del movimiento chicano.
En ese marco, Torres les propuso que grabaran canciones para musicalizar los documentales. Así que el 15 de agosto de 1977 y con un costo de tres mil 222 dólares, en los estudios de New Vista Productions se grabó Los Lobos del Este de Los Ángeles (Just another band from East L.A.). El disco no tuvo gran repercusión a nivel comercial pero Los Lobos siguieron haciendo música hasta ser lo que hoy son: una de las bandas más importantes del rock angelino y portavoces de la cultura chicana, como dignos herederos de Ritchie Valenz.
Ya en el año 2000, Luis Torres se dio a la tarea de buscar las grabaciones originales de 1977 y entre las cajas de su cochera las encontró, y lo mejor, en excelente estado. Una vez hecho el hallazgo, en compañía de Los Lobos y David Sandoval se dieron a la tarea de remasterizarlo y producirlo, y así fue que, 23 años después, este álbum primigenio volvió a ver la luz en formato de disco compacto.
El álbum recoge algunos de los grandes temas del folclor no sólo mexicano, sino latinoamericano y muy, pero muy lejos del rock a que Los Lobos nos tienen acostumbrados.
El disco contiene sones como el jarocho “El canelo”, “Flor de huevo”, “La iguana” y “María Chuchena”. Pero también hay rancheras como esa joya que es “El pescado nadador”, “Cielito lindo”, con una variación que va de lo ranchero al son huasteco, y esa delicia que es “La feria de las flores”.
Pero más hacia el folclor latinoamericano, de Bolivia nos traen “El cuchipe”, y de Cuba, “Guantanamera”, que es de las versiones que más me han gustado de esta guajira. “El bon bon de Elena”, a manera de cumbia, es la cereza del pastel al ser la que cierra el disco, pero antes de eso hay que escuchar “Imploración”, un bolerito bastante rico con un requinto de David Hidalgo muy al estilo de Los Dandys o Los Panchos, imagine usted el nivel.
Pero a mi gusto, lo mejor de lo mejor de este disco es, sin dudarlo un segundo, “Sabor a mí”, uno de mis boleros favoritos de todos los tiempos con una letra exquisita y un arreglo por parte de Los Lobos que hace las delicias de los oídos de cualquier escucha. “Tanta vida yo te di que por fuerza llevarás sabor a mí” (¡chingao!).
Así que, dicho todo esto, sírvase otro tequila y escuche esta delicia de disco. Salud.