La historia nunca ha acontecido en proporciones apropiadas, de lo contrario la humanidad estaría dividida en periodos mecánicos, explicados meramente como procesos evolutivos, sin la posibilidad de sentir para bien o para mal, aquellos episodios que más que marcar el tiempo, sellan y definen las almas de las sociedades. Imaginemos cómo habría sido si cuatro sucesos tan importantes como fueron la visita del presidente norteamericano Barack Obama a Cuba, el mítico concierto de los Rolling Stones en el mismo país, y el triunfo de la presidencia de los Estados Unidos de Donald Trump hubiesen ocurrido con diferencia de años o décadas; tendrían impacto, sí, pero no se puede negar que al ocurrir en tan brevísimo tiempo, pudo sentirse una tremenda sacudida del mundo.
Quizá el ascenso de Trump a la presidencia no sea ajeno a ningún ser humano en el planeta y podría pensarse que la visita de Obama y el concierto de los Stones en Cuba no incumben a todos, sin embargo, como metáfora, proyectan varias verdades, las más grandes quizá son la posibilidad de la reconciliación y el que la música es un lenguaje universal.
La editorial Tusquets en su colección andanzas metió un golazo con la publicación de Cuba Stone, tres crónicas de los escritores latinoamericanos Jeremías Gamboa, Joselo y Javier Sinay, triunfo derivado en que pocos libros tienen una vigencia tan poderosa al momento de ver la luz y que permiten comprender la realidad que transcurre en el instante y cuyo formato (el libro) permite superar lo efímero de la nota periodística, convirtiéndose en un documento que a las generaciones futuras servirá para dimensionar la trinidad de estos sucesos del siglo XXI.
Desconozco si Leila Guerrero, quien tuvo a su cargo la edición del texto, pretendía solamente retratar con claridad y estética el que sería el primer y legendario concierto de la banda británica en Cuba como cierre de su gira Olé por Latinoamérica, pero la obra de los tres autores termina siendo un himno inolvidable que evoca política, cultura, historia, nostalgia y música por igual, con una fuerza que obliga al lector a la reflexión sobre cómo el rock puede ser la respuesta a las grandes preguntas de la humanidad.
La crónica Sinay da voz a los cubanos que llevan el rock en la sangre, un género que en la isla no es tan popular y que inclusive fue mal visto por el régimen revolucionario, que lo asociaban con la holgazanería y el capitalismo. Jóvenes y no tanto, se formaron entre la clandestinidad de los discos de los Rolling Stones, Queen, Deep Purple, Pink Floyd y otras bandas que mientras llegaban a oídos de todo el mundo, en Cuba debían introducirse de contrabando y escucharse con cautela pues el inglés, canto capitalista, era entendido como la voz del enemigo. Así, entre un deseo poco satisfecho por conocer los alcances de la música fuera de la isla y la imposibilidad de crecer con personalidades determinadas por ellos mismos, el concierto gratuito de los Stones en marzo del 2016 les representó un encuentro glorioso, el cumplimiento de una profecía que se imaginaba cada vez más cercana tras los cambios que se suscitaban en la isla. Sinay honra a estos fanáticos cubanos que tienen aún más el mérito de conocer todo sobre la agrupación, cuando las condiciones eran desiguales entre ellos y los fans de otras latitudes.
Joselo, el guitarrista de Café Tacvba, brinda una perspectiva muy interesante como integrante de una de las bandas más importantes de Latinoamérica; lleva al lector por los ojos de alguien que conoce a cabalidad la sensación de presenciar un concierto que marcará la historia de un país y de quienes lo habitan, pero también de aquellos que viajaron hasta él desde otras naciones para adscribirse al suceso. Su texto es una visión panorámica y minuciosa, desde que vuela a la Habana, con la carga de lo que representa una misión como la que lleva y develando poco a poco que detrás del concierto existen muchas otras cosas: una sociedad que en su mayoría jamás ha escuchado hablar de los famosos Stones y de cómo entre el proceso de su arribo y el minuto exacto en que la voz de Mick Jagger suena, existe la Cuba que nos han contado los medios, los historiadores, pero también la Cuba real, la que sigue en pie y que atestigua Joselo en un momento crucial para esa sociedad tan mitificada.
El peruano Jeremías Gamboa basa su crónica en la conexión de su memoria con el suceso que marcó a una colonia de cubanos en los 80, cuando irrumpieron intempestivamente en la embajada de Perú en Cuba y partieron a aquel país con la promesa de ser escala para un destino mayor: Miami. El parque Zonal Túpac Amaru fue el lugar donde en casas de campaña y tiendas, habitaron delimitados por una cerca, a la cual asistía junto a sus amigos, para ver a aquellos humanos que provenían de un lugar tan lejano y cuyas voces y tonos de piel los hacían sentir como si fuesen de otro planeta. Gamboa evoca aquello como un fuerte gancho al hígado, para provocar en el lector la sensación de que todo lo que sucedió antes del concierto de los Stones en Cuba fue complejo; un duro preámbulo para llegado el momento, aquel viernes santo en la Ciudad Deportiva de la Habana; el saltar, cantar reír y gozar con los acordes de las melodías de los ingleses, se convierta en un suceso sustancial en sus vidas, una especie de recompensa y deuda que el mundo tenía con la isla.
Cuba Stone es pues un testimonio personal y compartido que carece para bien de pudor para mostrar la perspectiva íntima de un hecho que es innegable marcó a un país y que inspiró el derrocamiento de la palabra “imposible.”