No es la serie más aclamada de Netflix, incluso es de las identificadas como “de bajo presupuesto” (que ya quisiera cualquier película mexicana) pero este fin de semana me he entretenido bastante viendo la segunda temporada de Viajeros, creada por Brad Wright y lanzada por primera vez en 2016 en Showcase para luego pasar al gigante del streaming.
¿De qué se trata esta serie?: un grupo de personas viaja desde el futuro al siglo XXI con la misión de evitar algunas catástrofes que extinguirán a la humanidad. Su método de llegada es peculiar: detectan a personas del presente que están a punto de morir y entonces ocupan esos cuerpos para implementar una serie de acciones que cambiarán el destino de las cosas. El grupo está comandado por el viajero 3468, quien ocupa el cuerpo del agente especial del FBI Grant MacLaren, lo que lo pone en serios predicamentos, ya que debe guardar el secreto de la misión y muchas veces está a punto de ser descubierto por sus propios compañeros de la policía. A él lo acompañan desde el futuro la doctora 3569, quien ocupa el cuerpo de Marcy; la táctica 3465, enfundada en una madre con problemas matrimoniales; el ingeniero 0115, invasor de un adolescente promesa del deporte, y el historiador 3326, quien ha llegado al cuerpo de un drogadicto irremediable.
Este grupo de viajeros está bajo las órdenes de un misterioso Director que, como ellos, vive en el futuro, y tiene bajo su mando a muchos otros tripulantes secretos alrededor del mundo. Sin embargo, la misión no es nada sencilla, pues por todas partes aparecen infiltrados de una agrupación antagónica. En el futuro, señoras y señores, el poder es tan apetecible como en el presente, por lo que el Director cuenta con grandes enemigos que igualmente andan camuflajeados en nuestro presente.
Pues bien, entre uno y otro episodio de Viajeros estuve mirando en Twitter la noticia bomba del fin de semana: la renuncia de Gabriela Cuevas al PAN para integrarse al proyecto de Andrés Manuel López Obrador, quien además ya fichó al mediocampista Cuauhtémoc Blanco para competir por la gubernatura de Morelos y días atrás anunció que la también expanista Tatiana Clouthier será su coordinadora de campaña. Estos sorprendentes cambios de bando se suman a los del intragable Javier Lozano, que cuando se vio sin aspiraciones para contender por la gubernatura de Puebla salió del PAN para apoyar a José Antonio Meade, el candidato del PRI, ese PRI que el mismo Lozano detestaba días atrás. O qué decir de la periodista Lilly Téllez, que hace no mucho miraba con amor a Peña Nieto y de pronto nos informó que buscará ser senadora bajo las morenas siglas de la iglesia amlista, a la que antes odiaba con fervor. Otro hater del Peje era el bailarín Sergio Mayer, quien ahora se pasa a la izquierda morena para buscar un hueso en la CDMX.
Es de sabios cambiar de hues… opinión, de opinión ???? pic.twitter.com/gGDXF2y54b
— Alex Murphy (@Ballinas30) 22 de enero de 2018
Esto no deja de sorprendernos; uno no se explica en qué momento Gaby Cuevas (quien dicen es prima de Juana Cuevas, esposa de Meade) se enamoró de López Obrador, a quien por años tildó como un peligro para México. Fue ella la que pagó una fianza para que AMLO no fuera a la cárcel en el año del desafuero, quería evitar que se hiciera el mártir y ganara simpatías para derrotar a Felipe Calderón. “Yo sí sé quién es López Obrador”, escribía en una columna de El Universal, donde lo tundía con todo, exhibiéndolo como un mal jefe de Gobierno, como un mentiroso, corrupto y muchas otras linduras. ¿Qué la hizo cambiar de opinión? No hay lógica que podamos comprender, ni en su caso ni en los demás ya descritos, pues se trata de gente que estaba muy firme en sus convicciones y de la noche a la mañana han dado un giro radical.
La única explicación es que la política mexicana ha sido invadida por unos viajeros del futuro, quienes nos quieren salvar de la catástrofe. Ellos ya vieron las consecuencias de nuestros actos y desean intervenir su pasado para mejorar su presente. El Director los envió para cumplir dicha misión. Por conclusión, ahora sabemos que Lilly Téllez, Gaby Cuevas, Cuauhtémoc Blanco, Sergio Mayer, Tatiana Clouthier y en una de esas Fausto Vallejo ya murieron; sus cuerpos han sido ocupados por la conciencia de varios viajeros bajo las órdenes de un hombre bueno. Sin embargo, el hombre malo del futuro también cuenta con su tripulación a cargo de un agente que ocupó el cuerpo de Javier Lozano, mismo que hará lo posible para que gane el PRI, con ayuda de un viajero venezolano que ya lleva varios años en nuestro presente.
¿Les parece absurdo? No lo es, incluso el aparentemente inofensivo Ricardo Anaya dejó de respirar y ahora es un viajero tan astuto que cepilló a sus mismos compañeros panistas y a todos los perredistas con tal de ser el candidato único de un frente bastante amorfo.
Esto apenas comienza. Creo que en los siguientes meses seguiremos viendo cambios radicales de nuestros políticos, incluso, no nos sorprenda que otro odiador de AMLO decline a su favor: me refiero a Pedro Ferriz de Con, uno de los precursores de identificar al buen Andrés como “Andrés López” en las anteriores campañas. Y es que el ahora aspirante a candidato independiente es hijo del primer ufólogo mexicano, por lo que su conexión con seres de otras dimensiones lo hacen proclive a esta gran conspiración.
Olvídense de los rusos; Vladimir Putin está muy entretenido en meterse al agua helada. Este complot no viene de Venezuela ni de la Casa Blanca, esta locura viene del futuro.
Y estamos en manos de sus viajeros.