La edición número 88 de los premios Oscar se vio empañada por las acusaciones de exclusión y racismo al no haber entre los nominados ningún actor, actriz o director de color por segundo año consecutivo. Tanto se habló sobre el tema que era de esperarse que hubiera algunos cambios para este 2017, en la que tres cintas con protagonistas afroamericanos se encuentran en la categoría de mejor película: lo nuevo de Denzel Washington Fences (2016), así como Figuras ocultas (Hidden figures, 2016), de Theodore Melfi, ambos filmes de mediano calibre, que palidecen ante Luz de luna (Moonlight, 2016), un sólido drama independiente que ha sido nominado en ocho categorías.
Luz de luna es el segundo largometraje que dirige Barry Jenkins (quien dicho sea de paso, está nominado en las categorías de mejor director y mejor guion adaptado), que no había figurado en el mapa desde su debut en el ya lejano 2008 con el drama romántico Medicine for melancholy. El filme está basado en la obra “In moonlight black boys look blue”, escrita por el dramaturgo Tarell Alvin McCraney, quien asegura que únicamente era un proyecto escolar y que no tenía ninguna intención de presentarla en público.
La cinta cuenta en tres etapas (infancia, adolescencia y adultez) la vida de Chiron, también conocido como “Little” y “Black”, quien crece en un barrio pobre de Miami con una madre adicta a las drogas y es acosado por su timidez, así como por sus preferencias sexuales. En su largo y tortuoso camino hacia la aceptación, Chiron decide reinventarse a sí mismo aunque le resultará imposible olvidar su pasado.
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Jenkins decide contar la historia al modo teatral en tres actos claramente diferenciados por una cortinilla titulada con el apodo en turno del protagonista (quien es representado por tres actores distintos en cada una de sus etapas). Es claro que existe una identificación muy personal del director con el texto de McCraney: los dos crecieron en el mismo barrio de Miami, sus madres eran adictas al crack y ambos sufrieron los ataques de adolescentes homofóbicos. Por lo que podría decirse que al menos los primeros episodios pueden considerarse una especie de narración autobiográfica.
Los tres actores que interpretan a Chiron hacen un buen trabajo, logran darle cohesión al personaje a pesar de sus notorias diferencias físicas. Sin embargo, quienes resultaron nominados a los Premios de la Academia fueron Mahershala Ali, quien hace el papel de un vendedor de drogas que se convierte en la figura paterna del protagonista, al igual que la actriz Naomie Harris, como la problemática madre que busca cierta redención al final de su vida.
Pero al margen del talento actoral, hay que destacar que la cinta se aleja del afroamericano estereotipado del cine estadounidense. Independientemente del elemento racial y del contexto social, en donde la pobreza y la violencia son los comunes denominadores, lo mejor de Luz de luna es que nos ofrece un retrato por etapas de un personaje que esconde en su casta sensibilidad la búsqueda de su identidad.
La obra de Barry Jenkins llegó discretamente a la cartelera mexicana por cortesía de Diamond Films. En tanto que en Estados Unidos ya se convirtió en un pequeño éxito desde su estreno en noviembre. Pero, ¿qué tanto influye el entorno en los elogios que ha recibido? Es una muy buena película, pero quizás deba pasar un tiempo antes de que se le dé su justo valor. Mientras tanto hay que ir a verla, porque estará pocos días en las salas de cine.