El síndrome Peña Nieto (infeccioso, mortal y de alto contagio), ese que se caracteriza por la confusión de lecturas y autores citados, sigue expandiéndose como si se tratara de un virus letal que por alguna extraña razón ha elegido a México como su laboratorio.
Después de lo ocurrido en la FIL con el candidato priista, de cuyo oso ya se ha dicho casi todo, vimos errar olímpicamente a Ernesto Cordero, delfín presidencial de Felipito Calderón y quien se preció de haber leído un libro de “Isabel” Restrepo, aunque se refería a la colombiana Laura Restrepo.
Ya entrada la infección, el secretario de Educación del Distrito Federal, Mario Delgado, también se apeñatió al decirle a López Dóriga (aka “Juay de rito”) que el libro 100 años de Soledad era uno de sus favoritos, pero lo atribuyó a Mario Vargas Llosa y no a su autor real: Gabriel García Márquez.
El más reciente capítulo de este virus letal ocurrió en Celaya, Guanajuato, donde el candidato panista a la gubernatura de esa entidad, José Ángel Córdova, se aventó la puntada de decir que su libro predilecto es “El Principito, de Maquiavelo».
En Revés on line estaremos atentos para informarles sobre esta enfermedad, por lo pronto, les recomendamos no acercarse a ningún político, pues parece que todos ellos ya son portadores…