Se acabó el fin de semana, iniciará el fatídico lunes, el que todos odiamos por igual, y por puro ardor se lo vamos a dedicar a los personajes públicos que la semana pasada hicieron el ridículo de sus vidas, lo cual nos deja cierto alivio porque, como dijo un escritor por ahí, “siempre habrá alguien más jodido que yo”.
Todo empezó con el diputado Martí Batres, quien en pleno ajetreo por la aprobación de la reforma laboral no vio que una de las puertas de acceso a San Lázaro rechinaba de limpio y estampó su cabezota contra el cristal, con lo cual ya no supo si votaría a favor o en contra, si apoyar la iniciativa de Calderón, correr a abrazar a Peña Nieto o reivindicar la lucha de su papá el Peje. Quedó un tanto idiota, pues.
El bullying tuitero recién se ensañaba con el también creador de la leche atómica Bety y entró en escena Adela Micha, quien en pleno delirio mágico-periodístico-musical recibió el Doctorado Honoris Causa en la Universidad Veracruzana. Todo estaba en orden, la comunicadora ya se encarreraba con el clásico “Yo creo/sospecho/deduzco/intuyo” cuando dos chamacos simpatizantes del #YoSoy132 le lanzaron un par de huevos, desatando la condena y las burlas por igual en las redes sociales, donde más allá de la agresión, todos se preguntaron por qué chingaos una comunicadora como ésta se merece tal distinción académica.
El tercer oso de esta contienda tipo Jackass es de Justin Bieber, el adolescente ídolo de las multitudes pubertas. ¿Qué le pasó? Casi nada, sólo arrojó toda la sopa y todo el guisado en pleno concierto. Si estaba crudo o la cocinera lo odia por su odiosa música ya no asunto de esta redacción, así que les dejamos a su consideración estos tres casos de pena ajena para que inicien bien la semana, sabiendo que, después de todo, hay cosas peores que un lunes de Godínez.