Nicholas Yarris aparece a cuadro con una lucidez en toda la extensión de la palabra: bien articulado en sus palabras; con una luz cinematográfica que ilumina la mitad de su rostro, como si se tuviera que dividir entre el día del presente y la noche del pasado.
Se trata de un ex convicto que no mató a nadie, pero que permaneció más de 20 años en prisión acusado de asesinar a una mujer. Entre la burocracia y la corrupción del sistema judicial estadounidense, Yarris estuvo a punto de morir, o de pudrirse en la cárcel, pero su adicción a los libros le salvó el pellejo.
Entrevistado por el director británico David Sington, su historia da vida al documental Miedo al 13, incluido en la caravana de Ambulante, la gira que cumple 11 años de impulsar a este género en ciudades de nuestro país y Centroamérica.
Estar en el momento equivocado y sobre todo reaccionar de forma equivocada le valieron a Nicholas entrar al penal de Huntingdon, también conocido como “el corredor de la muerte”, donde los internos saben que solo un milagro los sacará a la calle, pues es más probable alcanzar cadena perpetua o ser ejecutado. A él lo habían sentenciado a 105 años de encierro y en un momento dado prefirió pedir la pena de muerte.
Con tal panorama, Yarris se refugió en las lecturas, pero no esas lecturas religiosas que tanto abundan en los penales, sino en literatura universal: novelas, ensayos, poesía, cuentos… En uno de esos libros supo que el ser humano es capaz de aprender muchas palabras nuevas todos los días si se lo propone, lo que lo motivó a memorizar tantas que hoy podría ser un magnífico profesor o conferencista. “Triscaidecafobia: miedo al número 13”, fue uno de sus primeros ejercicios de memorización.
El formato de este documental se apoya en una suerte de monólogo reforzado con la recreación de recuerdos en orden cronológico, por lo que el drama adquiere dosis de acción mezclados con la claustrofobia de un auténtico infierno que conduce al patíbulo.
Y es cuando te sabes inocente pero no hay forma de que te escuchen, cuando la solicitud de una prueba de ADN tarda años en ser aceptada, cuando los expedientes están “perdidos”, entonces nada tiene sentido y prefieres morir ejecutado. Sin embargo, nos cuenta Yarris, siempre habrá algunas personas buenas en los infiernos, y él encontró a una mujer de la que se enamoró, a un buen abogado e incluso a un guardia que le abrió la puerta de la biblioteca, donde su desesperanza encontró cierto alivio.
Según confesó a la BBC, en 23 años leyó más de 10 mil libros, lo que lo convirtió en un autodidacta de peso completo. Pero por más que las lecturas lo sostuvieron, jamás olvidará las heridas psicológicas y físicas: “»Aún vivo con 11 huesos rotos que no han sanado, dos discos colapsados en mi cuello, mi cara fue destrozada y me falta parte del ojo izquierdo. Vivo en agonía física cada día de mi vida», relató al medio británico.
Miedo al 13 es uno de los documentales más destacados de Ambulante, ojalá que encuentre proyección en cines del país o que algún servicio de streaming adquiera los derechos de distribución, pues vale la pena que sea visto por muchos espectadores.