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Migración y dramas familiares

Armando Casimiro Guzmán

Como ya ha sucedido en ocasiones anteriores, el tema de la migración está presente en la ceremonia de inauguración del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), en esta ocasión tocó el turno a Una vida mejor (A better life, 2011) del norteamericano Chris Weitz, a quien conocíamos por una serie de trabajos por encargo como Crepúsculo, La brújula dorada y Un gran chico.

La película de Weitz transita a medio camino entre el drama familiar y la comedia étnica. La historia se centra en la relación de un padre con su hijo adolescente. Ambos reviven el calvario inhumano pero habitual que deben sobrellevar los inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos. Ante tal situación, el futuro de los jóvenes latinos parece reducirse a realizar trabajos domésticos mal pagados o ya de plano unirse a la delincuencia y el pandillerismo.

La cinta está estructurada de una manera convencional y vive sus mejores momentos cuando muestra la lamentable situación en la que viven miles de nuestros compatriotas: los barrios pobres, el hacinamiento y la falta de empleos bien remunerados. Resulta muy interesante además, darse una idea de como funciona el complejo sistema de deportaciones de nuestro vecino del norte, cosa que se hace muy bien en Una vida mejor.

Las actuaciones corren a cargo de Dolores Heredia y el joven José Julián, quienes son acompañados por los veteranos Demián Bichir y Joaquín Cosío, que aún no logran zafarse de la sombra de sus papeles anteriores. La música es usada en exceso, pero al menos es del tipo de la que podía esperarse para este tipo de temática: música tradicional mexicana y hip hop. A pesar de ciertos giros interesantes en la trama, en conjunto el largometraje parece estar destinado a la intrascendencia, ya que no aporta nada nuevo al cine que se ha hecho anteriormente sobre este tema tan difícil y manoseado. Más suerte para la próxima.

Con la nueva película de los hermanos Dardenne, Le gamin au vélo (2011), dio inicio la serie de estrenos internacionales en el Festival Internacional de Cine de Morelia.

Ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes, la cinta es fiel reflejo del estilo típico de los cineastas belgas: una cámara móvil muy cercana a los personajes, que invariablemente se ven envueltos en intrincados dramas familiares. Hay que recordar que los hermanos Dardenne no son nuevos en Cannes, de hecho se han alzado ya en dos ocasiones con la Palma de Oro, máximo galardón del certamen.

En Le gamin au vélo, encontramos a un preadolescente tímido y resentido, que al ser rechazado por su padre es internado en una especie de albergue para adolescentes. Por casualidad y gracias a los esfuerzos de una piadosa estilista, logra salir los fines de semana para buscar el aprecio que tanto le falta y que al final redundará en un cambio en la vida del joven protagonista. Una gran película que viene a constatar el gran prestigio de los hermanos Dardenne.

Este filme vino precedido por el cortometraje Stopover, que no estaba anunciado en el programa. Está dirigido por Ioana Uricaru, y escrito por Cristian Mungiu, quien ya ganó hace algunos años la Palma de Oro con la película: 4 meses, tres semanas, dos días.

Uno de los estrenos más esperados de esta edición del FICM fue Le Havre (2011), la nueva película del realizador finlandés Aki Kaurismaki. Una divertida comedia en la que encontramos a Marcel, un antiguo bohemio parisino autoexiliado en la ciudad portuaria de Le Havre, donde en compañía de un vietnamita con nombre chino, lustra calzado en cualquier lugar que le sea posible. Esta vida de por sí difícil, se complica con la llegada a su casa de un inmigrante ilegal africano y la repentina enfermedad que sufre su esposa.

Kaurismaki, como suele suceder, hace gala de su peculiar sentido del humor, en las que destaca una serie de situaciones absurdas en las que se ven inmersas una serie de personajes ya de por sí pintorescos, encantadores perdedores que engalanan la puesta en escena. Ingeniosa y divertida, Le Havre trata con optimismo, alegría y solidaridad ese tema tan complejo que es la migración. La película dura apenas noventa minutos, pero son suficientes para hacernos sentir bien el resto del día.

 

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